domingo, 7 de febrero de 2016

Sálvame de la prensa y la televisión


La ética, la moral y la imparcialidad han muerto en los medios de este país, descansen en paz.”
       No ha muchas tardes que andaba yo inmerso en mis pensamientos, con la convulsión política que se vive, seguro, pero seguro, que toda España pasa horas reflexionando sobre la situación política actual, y en estas ideas democráticas me hallaba yo inmerso, como cualquier español, dedicando sus horas libres de reflexión a esos cuatro hombres que encabezan la política española del siglo XXI. Entre pensamiento y pensamiento recordé el refrán: “dos es compañía, tres es multitud” y me dije, mientras esbozaba una sonrisa: "muy probablemente los dos grandes partidos han pensado esto este año, dulce multitud…". A menudo, pierdo la noción del tiempo cuando camino entre la gente por las calles de Mijas, aunque el tráfico y su constante ruido trate de despertarme de mi letargo reflexivo, la combinación de entorno laboral y juventud española da para ingentes horas de reflexión y no menos horas de televisión, ciertamente, siendo joven en España y aspirando a trabajar, seguramente, tu mejor opción sea invertir en Yoga, Tai Chi o técnicas para respirar.
         Yo, querido lector,  suelo ser de naturaleza reflexiva, flemático en la apariencia casi como una palmera contemplando el océano pero puesto delante de un televisor  hasta en el interior del más paciente veo bullir la sangre cuando se es televidente. Te acomodas en el sofá con la sencilla ilusión de almorzar disfrutando con algo ameno que ver en la televisión y, al contrario de lo que piensas, lo que sufres es una invasión encubierta de mensajes preparados para aborregarte, escondidos en supuesta objetividad e imparcialidad informativa y supuestos inocentes anuncios comerciales que bombardean tu raciocinio hasta conseguir crearte formas de pensar que les beneficia, y, como no te protejas antes con un buen caparazón de razonamiento crítico, terminarás trocado en títere que moverán a sus anchas, odiando y repudiando lo que ellos quieren que odies y repudies,  comprando y consumiendo lo que ellos quieren que compres y consumas y, sobretodo, votando y apoyando lo que ellos quieren que votes y apoyes, tu yo interno se irá disipando hasta ser una ilusión que vaga inerte por algún recoveco de tu mente. Si acudes al periódico has de saber que la objetividad y la imparcialidad es tan común entre sus hojas  como una nevada en la costa del sol, así, puedes ver como las manifestaciones ganan y pierden miles de manifestantes en función del interés del país o del interés del mundo o en función de la razón o la opinión, es decir, el "ABC" del periodismo actual. De Internet no hay mucho que decir dado que es un universo anárquico, caótico, libre y que gracias a él podemos evadirnos del intento desesperado de manipulación de televisión, radio y prensa aunque ya se están esmerando en ir acotándolo, en ir coartándolo y en ir sometiéndolo para poder usarlo con la misma intención. Ciertamente, salvando Internet, nuestros medios de comunicación de masas son capaces, entre noticia y noticia, de estresar y atemorizar  de la forma más ruin y, por supuesto, despreciable al más tranquilo de los mortales con noticias cuya parcialidad roza lo absurdo, cuya veneración al dinero avergüenza al más cuerdo y con una visión tan interesada de la actualidad que dan total razón a la famosa cita de Einstein: "Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro". A veces, cometo el error de encender la televisión, sí, hay días en que un derroche de optimismo y vitalidad me invade…  Al instante ya asoma una sonrisa irónica de entre mis labios seguido de un movimiento de cabeza y  un "vuelvo en 6 minutos…"  En televisión y prensa he visto de todo, exaltan al más relajado, encuentran un insulto en el más comedido, consiguen del más alegre un sollozo, buscan y rebuscan para acometer sin mesura contra quien les venga a mal, hunden y reviven personajes  en función de lo que necesiten sin estar sujetos a ninguna norma moral y ética, acometen perfectamente el trabajo que se les encomienda como un frío y magistral asesino arrasando con todo y con todos los que les interesa arrasar, sin medida, sin escrúpulos, sin pararse un instante a evaluar las consecuencias de cada barbaridad.
La nieve es pura hermosura, blanca, blanca como la pureza de la inocencia, blanca como el brillo de una nueva vida que empieza y fría, fría como un corazón que ni siente ni padece, fría como el último aliento de un cuerpo que se desvanece; la nieve es la metáfora perfecta de unos medios de comunicación que pasaron de la belleza y la inocencia blanca a la frialdad sin benevolencia que el mejor postor compra aunque arremeta contra todo lo que nos enorgullezca como humanos, quien piensa, dará por muerta la televisión y la prensa. Y quien sienta no entenderá por qué asesinas han sido de sus mejores amigas: "La ética, la moral y la imparcialidad han muerto en los medios de este país, descansen en paz".
El jovencito Hablador
                                                                                                         

sábado, 19 de diciembre de 2015

Un nuevo camino

“Todo acto forzoso se vuelve desagradable” (Aristóteles)

Siempre es complicado caminar por nuevos senderos si el bosque es tan frondoso, altivo oscuro e intricado como lo es la vida. A veces, es necesario exhalar aire, parar,  contemplar la quietud del cielo nocturno y reflexionar… porque en él se halla el saber del hombre. El cielo nocturno es como un gran y hermoso manto azabache perlado de destellos blancos, en su inmensidad está su misterio, en su misterio el pavor que nos causa y en su grandeza pavorosa su belleza etérea y misteriosa, tal es la vida, un manto oscuro que nos envuelve y en el que vemos destellos de luz que nos sorprenden y nos animan, dolor y sufrimiento con haces de calidez, ternura y felicidad. ¿No es verdad Cuando paras para respirar todos tus recuerdos acuden en tropel? Buenos y malos pensamientos luchan por ocupar su espacio y cuando quieres reaccionar ya estás pensando en mil cosas. Un año después de escribir mi última línea, un año después de firmar mi última reflexión, en uno de esos momentos de íntimo pensar, mientras mi imaginación se perdía en la noche otoñal, me pregunté:

“¿Por qué dejé de escribir?”

La respuesta vino a mí en forma de conocidísima cita: “Todo acto forzoso se vuelve desagradable”. Y, ciertamente, escribir, dejó de ser un cortés galanteo, una seducción de amante enamorado para convertirse en un casamiento obligado, en un forzoso trabajo rutinario, lo que llevó a una inevitable ruptura. Lo interesante de las rupturas es que siempre queda un camino a la posible reconciliación, y ¡qué hay más humano y más dulce que una reconciliación! Ese momento en el que la chispa ya ahogada cual hoguera enterrada vuelve a encenderse y brota con la misma luz, calidez y frescor que la primavera en pleno florecer.

Hoy, vuelvo al papel en blanco, fuera, la lluvia cae con fuerza, el olor a tierra húmeda se entremezcla con aroma de mi té recién hervido, siento que este es el momento perfecto para iniciar un nuevo camino.
El Jovencito Hablador