miércoles, 20 de febrero de 2013

¿Alguien ve por la mañana la belleza del alba?

"En cada amanecer hay un vivo poema de esperanza, y, al acostarnos, pensemos que amanecerá" Noel Clarasó.


Hace ya algunas noches que siento fortalecerse la amargura que pesa más estos días; el sueño hace mucho que no me visita, a pesar de que intento invitarlo con un buen vaso de whisky. Ni siquiera mi gran amiga la pluma me hace hoy compañía, al parecer pasea cogida de la mano de la inspiración caminando juntas lejos de aquí. A mi pesar, solo me queda la soledad, sí, esa eterna amiga que amarga aún más la noche fría y solitaria, esa amiga que tiene por costumbre contarte aquellos momentos felices que viviste para hacer más dolorosa la pena que intentas aplacar con los últimos sorbos del tercer vaso de whisky. La soledad, sí, eterna compañera que opta por recordarte tus errores, tus vanos intentos de mejoría, la estupidez de tu lucha continua por ser feliz y, que, finalmente, acaba por regocijarse riéndose de tu estado. Cuando esa triste y fría compañera acaba su discurso, quedas sumergido  en un extraño y oscuro  mar que te ahoga, pides socorro pero no hay socorrista,  pides ayuda pero no hay nadie que te oiga y, entonces, cuando sientes que una lágrima confirma tu malestar  solo deseas que alguien acuda para salvarte, y te preguntas ¿alguien acudirá?..

  Sales fuera una tarde de primavera, pisas el asfalto grisáceo y observas cuanto ha cambiado todo; oyes el estruendo de los vehículos que circulan veloces por la carretera, oyes alguna canción ruidosa proveniente de alguna ventana de algún vecino, oyes gritar a una madre porque su hijo pequeño cruza la carretera sin mirar, oyes a la gente que pasea conversar sobre qué comprar, cuánto dinero ahorrar, porqué esta persona es así o se comporta de aquella manera… Y me pregunto yo, ¿Alguien oye el canto dulce de un pajarillo? Y ¿el canto relajante de un grillo al caer la sombra oscura de la noche?.. Te acercas a la plaza central y observas las tiendas: ropa, joyas, comida… Ves los bares repletos de gente y los escaparates captan la atención de jóvenes y adultos, y me pregunto yo, ¿Alguien observa la belleza de un río que fluye cristalino y serpenteante? ¿alguien observa un bosque de fina y verde hierba que desprende un aroma fresco y húmedo? y ¿unos ojos color esmeralda llenos de vida que brillan seducidos por el amor?; Caminas por la orilla del mar, apenas corre aire, sientes el calor sofocante del sol, el cansancio… ¿Alguien siente la brisa marina?, ¿alguien siente la calma que transmite el mar?, es más, ¿alguien siente el mar?, o, ¿simplemente siente agua fría con la que refrescarse y guarecerse del sol infernal?.. 

  Cae la noche, los televisores registran sus máximas audiencias, los bares de terrazas se preparan para recibir a la gente sedienta y cansada tras un día duro de trabajo, y me pregunto yo, ¿alguien ve el ocaso? ¿Alguien ve como el sol va apagándose tras las montañas, mientras las franjas anaranjadas desaparecen y el azul del cielo va oscureciéndose?.. Por las mañanas, ves y oyes a la gente levantarse a regañadientes, maldiciendo el día en que se inventó el despertador, o el día en que se inventó el trabajo, ¿alguien ve por la mañana la belleza del alba? Creo que nadie ve, hoy, más allá de sus quehaceres y de sus placeres… 

  La oscuridad empieza a desvanecerse, sobre el mar en calma y penumbra, empiezan a dibujarse unas pinceladas doradas, comienza a verse el azul al fondo del mar, allí, por donde el sol empieza a ascender, a la vez que su brillo va iluminando todo lo que alcanzo a ver; siento su cálido saludo y diviso un fenómeno lleno de belleza, un cielo que se pinta de tonos rosados y celestes, liderado por un sol reluciente que llena de vida todo lo que sus rayos gualda bañan, es la aurora, tan esplendorosa y hermosa, y con tan pocos espectadores... ¡Qué preciosa forma de saludar al nuevo día viendo alzarse el fulgor del sol sobre el azulado mar! 

EL JOVENCITO HABLADOR

viernes, 8 de febrero de 2013

Arrodillarse y esperar.



“Hay dos maneras de conseguir la felicidad, una hacerse el idiota; otra serlo.” Enrique Jardiel Poncela

Henos un día amando, sintiendo, viviendo, y al siguiente reflexionando sobre el sentido de nuestra vida, penando y lamentando. Heme aquí en esta noche pensando en nuestras caóticas vidas, buscándole sentido a cada acto y a cada elección, pues, es esta una noche oscura que me sume en tenebrosa reflexión. Qué sublimes los acordes de un violín en la nostalgia, cómo ayudan a recordar tiempos alegres, días de radiantes auroras, y cómo a través de ellos, derramas ingentes lágrimas que pasando por tu mejilla vienen a dar en un suelo frío e indiferente, un suelo tal cual es la vida. No hay sueños queridos soñadores, ni siquiera ensoñaciones, siempre hay cuerdas que te arrebatan las alas y te mantienen aferrado a esta maldita pesadilla recurrente que llamamos realidad; intentamos evadirnos creyendo en los sentimientos, esperanzados en que ellos nos aportaran toda la felicidad, pero, olvidamos, o queremos olvidar que el sentir tiene por costumbre perder la vida y rendirse al egoísmo de nuestra naturaleza humana. Nos levantamos una mañana y somos conscientes de que provocar llanto es mucho más sencillo que hacer reír y nos preguntamos ¿por qué...? simplemente porque estamos acostumbrados a lamentar, penar y llorar. Si nos paramos a reflexionar hallaremos cuantiosas razones por las que sentir pesar y poquísimas por las que sentir ilusión, y las que nos aportan ilusión, un día, caerán como la hoja amarillenta que un soplo liviano de aire arranca del árbol perenne, llevándosela sin retorno, perdiéndola más allá de nosotros, hasta ser una más de la calle otoñal cubierta de amarillentas hojas que se pisotean y patean con total indiferencia.

Numerosos años he defendido de la mejor manera que supe la fuerza de las pasiones, el creer que sentir estaba muy por encima de razonar, muy por encima de las insignificantes trabas que pudiera imponer la vida porque ni siquiera la misma vida estaba, para mí, a la altura de las pasiones ¿Cómo podría ponerle obstáculos que las detuviera estando muy por debajo de ellas? Es buen momento para arrodillarse y clavar la espada luchadora en la tierra fría, es buen momento para ver como el tiempo se aproxima, vestido de soldado con armadura azabache, preparado para asestar el último golpe a este caballero arrodillado que ve como yacen sobre el suelo los sentimientos, las esperanzas y las ilusiones cuyas vidas han sido ya sesgadas por la misma despiadada espada que, acercándose, dará término a la mía, que es ya, esta fatídica noche, acabada.

EL JOVENCITO HABLADOR.

martes, 5 de febrero de 2013

A mi Alissa.


A mi Alissa:

"Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero." (Garcilaso de la Vega)


Ayer me dijiste que te marchabas y hoy estas aquí, con esos preciosos ojos perdidos en los míos ¡cómo brillan! ¡Cuánta ternura en una sola mirada! Estás ahí, mirándome, tan cerca que puedo oír el latir acelerado de tu corazón y, sin embargo, estás tan lejos de mí como para no poder siquiera acariciarte. La luna está en lo más alto del oscuro cielo, grande, hermosa, majestuosa, no puedo contener las ganas de besarte, de abrazarte… Comienzas a caminar  a la vez que miras atrás y me sonríes, jamás vi tanta hermosura; paseas bella, con paso delicado y elegante, como la noche en su hermosa esencia. Me tiendes la mano, tiendo la mía, pero solo alcanzo a rozarla y verla desaparecer, te desvaneces y solo queda la tenebrosa noche y el lóbrego parque por el que paseábamos… Abro los ojos y no estás, solo cuatro paredes que ahora parecen una cárcel de amor, estos son los sueños que me atormentan, querida Alissa, amarte y no poder alcanzarte. Y, finalmente, decides marcharte lejos, tan lejos que mis letras no conseguirán hallarte…

            Azaroso destino, tú me la entregaste y ahora me la arrebatas, se va a Alemania, ¡a Alemania!, y yo quedo aquí, triste, solo, sin vida… Se irá camino del aeropuerto, firme decisión sin retorno, destino tormentoso ¡Ten piedad de nosotros! Yo quedaré aquí, y viviré en la nostalgia, y lloraré en la partida, y temeré cada momento de  esta vida, y moriré, moriré en cada estrofa y en cada poema cuya tinta se empape de lágrimas de dolor, y, finalmente, reviviré, reviviré y le entregaré mi corazón, escribiéndole poemas que expresen la grandeza y eternidad de nuestro amor.


EL JOVENCITO HABLADOR


lunes, 4 de febrero de 2013

OPINEMOS


“Importa mucho más lo que tú piensas de ti mismo que lo que los otros opinen de ti.” (Séneca)

No ha muchos días que vengo deseando escribir para mis lectores, y, aunque el tiempo pugna por arrebatarme mis vehementes deseos, yo sigo afanado en cumplirlos y ofrecer un rato solaz y ameno a quien guste de leerme. Parece que Febrero ha venido este año con cálido semblante y, al igual que siempre, puesta la máscara en mes de carnaval. En Cádiz ya se entremezclan los pitidos, las letras ingeniosas y el clamor del público, a la vez que se preparan las carrozas en Brasil, pero ¿Qué hay de nosotros lector? ¿Nos pondremos este año la máscara? Todos mentimos, dicen, y todos somos perfectos actores enmascarados; redactamos nuestro propio guión, escogemos nuestro vestuario acorde a nuestro papel y salimos a escena. Pero, al igual que somos magníficos actores, también somos estupendos críticos de teatro capaces de cosificar y etiquetar a las personas en función de lo que vemos. Este es nuestro mundo, actores que son críticos de escena y críticos de escena que son actores, así estamos, siempre, contendiendo unos con otros en no sé qué búsqueda de no sé qué premio, y, así, acabamos el día cuando reflexionamos sobre los demás o sobre las personas con las que topamos: afligidos, tristes, cansados… Es cierto, no cambiamos nada pensando esto, es naturaleza, ley de vida, pero, entonces, ¿por qué esconderse detrás de una máscara de sinceridad, lealtad y moralidad cuando al despojárnosla somos inmorales, desleales e hipócritas? Me gusta pensar y sé que detrás de nuestras máscaras aún quedan rostros leales y morales que han vencido, hace mucho ya, a la ley de la naturaleza, ofreciendo una nueva forma de vivir que mejora la de todos los que siguen su ejemplo.

            ¿A qué viene todo esto Jovencito Hablador, diréis? Y presto seré yo en daros ilustre explicación. Topeme, no hace más de dos días, con un conocido, lector mío, que puesta la máscara díjome que de qué me servía perder el tiempo en redacciones inútiles que exponía cada mucho tiempo, y para apoyar su increpación, usó esa voz “todos” que suele utilizarse como argumento en las discusiones de sinrazón; así, vino a decirme, que si escribía más, en menos tiempo, y temas más enfocados a los problemas sociales y no a lo que me aviene, probablemente, tuviera más seguidores, pero si hiciera eso que se me exige perderían calidad mis escritos y personalidad mis letras, luego, ¿Debo, lector, sacrificar mi calidad por contentar a más público? Cualquier canal de televisión no dudaría en responder, muchos directores de cine tampoco, e incluso muchísimos escritores tampoco lo harían, pero ¿qué opinas tú que me lees, debo ponerme una máscara?

EL JOVENCITO HABLADOR