lunes, 16 de diciembre de 2013

Amar, amar y nada más.

Querida Alissa:
¿Qué es la vida? Nos preguntábamos en la intimidad de la noche. Las estrellas cubrían el firmamento, pintando un hermoso manto azabache con destellos plateados. Uno junto al otro, sobre un banco caoba, sentados, perdidas las miradas en la lejanía. El parque en silencio, calmada las calles que lo rodeaban, solos tu, yo y la luna, hermosísima luna la de aquella noche.
« ¿La vida?, Nada…»—dije, escéptico y pesimista―. «Todo»—respondiste, al instante, sonriendo, intentando encontrarme―. «La vida ―dije― no es más que la última mueca de un cuerpo inerte, no es más que las sombras de una tenebrosa noche que oscurecen la posibilidad de amarte». Viste mi rostro cansado, mis ojos caídos, notaste mi cansancio y acariciándome la mejilla con tu delicada mano, dijiste: « La vida es la primera sonrisa de un bebé y la aurora rosada que ilumina con especial belleza la mañana clara y limpia; reír en esa mañana, llorar la tarde siguiente, seguir llorando el siguiente día y volver a sonreír al terminar la semana ». Mis ojos seguían perdidos entre el gris de las losas, estaba abatido. Pero no te rendiste, cogiste mi mano y yo alcé la vista, tus ojos brillaban con más luminosidad que las estrellas, en tú mirada no había pesar, solo hechizo dulce que encantaba mis sentidos. Quisiste evitarme más aflicción, pero yo seguía obstinado: «la vida es penar en Otoño, estar rodeado de estruendosos sonidos, estar ciego, sordo y mudo; temer, llorar, cerrar los ojos y nada más» ―dije—. Irradiabas belleza en la lúgubre noche. A pesar de mi tozudez no te dejaste vencer, «la vida es alegrarse en primavera después de penar en Otoño, es estar rodeado del más estruendoso sonido para al instante siguiente estar en el más sepulcral silencio, es ver estando ciego, oír estando sordo, es reír en una desgracia y llorar en una alegría; es aprender y enseñar, ser maestro y alumno; ser juzgado y juzgar y sobre todo es decirle a quien quieres ¡te quiero!, entregándole tu vida y a quien amas ¡te amo!, entregándole tu corazón sin dudar» —dijiste, intentando animarme—. Yo seguía sumido en un inmenso vacío, mis ojos volvieron al gris frío, todo era silencio, silencio incómodo y desolador. Te levantaste con enfado, pensando que no te oía, que no reaccionaba, pero antes de que pudieras andar, te agarré de la mano. «La vida es fundirse unos labios en la pasión del amor y sentir con solo una mirada que se estremece el alma» —dije con firmeza—; nuestros ojos se hallaron, perdiéndose los míos en la profundidad de los tuyos, rindiéndome a la dulzura de tu gesto. Desarmado, me despojé del escudo, de la máscara y agarrándote por la cintura te di un beso en los labios, un beso mágico, eterno, único.
«¿Qué es la vida?» —Dijimos al unísono sonriendo— la vida es amar, amar y nada más.

El Jovencito Hablador

viernes, 13 de diciembre de 2013

Incoherencias y entendidos, no entendidos y coherencia.

"Vivir en contradicción con la razón propia es el estado moral más intolerable" León Tolstoi

En nuestra España hay ahora cierto número de incoherencias, preocupante por cierto, para la coherencia y la unidad que propugna nuestro gobierno. Lo mismo se promueve una ley para la educación, a la manera tradicional, que se habla de su ineficacia entre profesores, políticos, ministros, maestros y un largo etc.; lo mismo se aprueba una reforma laboral para el pueblo, a la manera tradicional, que provoca descontento en el pueblo mismo; lo mismo un estadista habla de educación, a la manera tradicional, como si entendiera, que un sexagenario encabeza los ideales progresistas y liberales del obrero español, a la manera tradicional, como si entendiese; lo mismo se habla de no subir impuestos que se suben, a la manera tradicional, hasta los que desconocíamos que existían; lo mismo se habla de progreso y avance mirando hacia Europa que le devolvemos protagonismo a la Iglesia, a la manera tradicional... Ciertamente en España nos gusta lo tradicional. Por eso tenemos un rey tradicional, una Iglesia tradicional, un presidente tradicional, una oposición tradicional, unos toros tradicionales y sobre todo una pasividad tradicional.
Estaba yo viendo la televisión, no ha muchas mañanas, genial fuente esta de información para quien quiera reír si ha pasado ya la fase de la indignación; un canal tras otro era ver un «opinador» tras otro, «opinadores» por doquier, «opinadores» que se quedan en eso, en opinar desde sus torres de marfil, bien acondicionadas y pulcras, en solaz comodidad. Señores y señoras bien vestidos se sientan delante de una cámara, pose de entendidos y ningún entendimiento, sueltan sus opiniones populistas sin pudor, sobre lo que les place, sin importar a quien perjudican o a quien atropellan con el poder que les da el medio controlador de masas y así nos va, los que creen que entienden culpan de los males a los que no entienden y de los que no entienden, hay una gran parte que no se preocupan por entender y culpan de todo a los que creen que entienden. La parte, pues restante, mínima diría yo, que no entendía pero que se ha preocupado por entender, sufre las consecuencias del orgulloso entendimiento de los que dicen entender y carecen de la ayuda de los no entendidos despreocupados. En este trabalenguas de entendimiento y desentendimiento, los que dicen que entienden sin entender cobran dinero y viven acomodadamente dirigiendo España u opinando sobre España, mientras los que no entienden ni se preocupan, viven a merced de los supuestos entendidos, y los que verdaderamente han llegado a entender porque se han preocupado de ello, se hallan entre la «inactitud» de unos y la ineptitud de otros, viviendo, generalmente, con poca holganza y en precarias condiciones.

Concluimos pues en que las incoherencias, los vaivenes y las aparentes extrañezas deben ser cosa de entendimiento y de entendidos, lástima que carezcamos de ambas cosas... Muchos de los que dicen entender culpan de los males de nuestro país a la naturaleza misma del ser humano suponiéndola egoísta, caótica e incoherente, siguiendo este pensamiento ¿para qué ir a las urnas? Seamos optimistas y evitemos escepticismo, pensemos, por un momento, que la sociedad la crea el hombre para ordenar su innato desorden, ¿mucho pensar? y que  la democracia la crea el ser humano para apartar el egoísmo, no exaltarlo, y compartir mismos derechos y deberes ¿demasiado pedir? y en este utópico sueño imaginemos que a quienes elegimos para dirigirnos cumplen, simplemente, con la misión de ayudar y de escuchar al pueblo elector ¿Por qué son parte de él, verdad? ¿Demasiado soñar?..

El Jovencito Hablador

jueves, 31 de octubre de 2013


All Hallow’s Eve

Damas y caballeros, gentes del lugar, ¡oíd!, ¡oíd!, por caridad, las nuevas de este trovador que habla con sinceridad sin faltar aún a ninguna verdad. Reuníos, reuníos, en torno y escuchad su voz clara y limpia hilada en el arte del trovar. Se acerca, se acerca…Desde el frío norte, allá en la tenebrosa profundidad, camina hacia nosotros una fiesta que jamás supe loar y aun menos festejar; prestad atención, callad y mirad a los niños y las niñas asustar sin cesar, mientras la noche se llena de no sé que ropajes de oscuridad y americanadas que hieren el corazón de mi nacionalidad; pavor, miedo y temeridad; disfraces, vendas que vuestros ojos ciegan, no me queráis arrastrar. Pedid, pedid, caramelos y dulces, y pedid también un pañuelo suave y limpio para secar las lágrimas que la voz de mi tierra derramará, con su lamento, más allá, en su triste soledad…” El Jovencito Hablador .
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Ciertamente, son ya dos los años en los que la «noche de brujas» predispone a mi pluma que mejor se entiende con brujas que con musas. Siendo mi natural inclinación la crítica, es cierto que la tal festividad sufre todas las acometidas que debiera haber repartido en un mes y eso hace que sea una de mis fiestas favoritas. Pero este año todo es distinto, el pueblo español me ha demostrado que Halloween le gusta, lo extraño sería que no le gustara una fiesta, y que prefiere celebrar el pasear de los muertos, pintándose y colocándose todos los trapos negros que recogen en sus casas, a dar un aburrido paseo matinal a una tumba polvorienta donde no descansa ningún santo, es así, preferimos a los muertos, a las brujas y a los vampiros antes que a los santurrones; sí, está de moda estar muerto pero ser un muerto «guapo», nada de cara de putrefacción, piel amoratada ni rictus general, «antes muerto que sencillo» perdón, ¿sencillo?, ni muerto… Después, el día 1 de noviembre al mediodía veremos en las redes sociales una cantidad ingente de fotografías en las que aunque vayan todos con sangre, demacrados, rasgadas las vestiduras y expresión de «quiero asustar pero me da la risa porque no asusto ni a una gallina» siempre salen con el mejor de sus perfiles, su mejor pose, en un extraño intento de dar miedo sin perder la hermosura…

Yo, este año, he sentido fervientes deseos de formar parte de esta fiesta, me ha podido el querer pertenecer a la masa y en un arranque de «hallowinismo» (no sé qué opinaría la RAE de esa palabra, quizás la incluya pronto) he colocado un cartel en la puerta de mi casa que dice así:

«Doy todos mis caramelos y dulces a quién me sepa decir de qué palabras viene la expresión Halloween y a quién, después de revelarme su origen, diga correctamente en inglés All Hallow’s Eve», no se molesten en tocar los que no lo supieren». (Debajo coloqué una calabaza sonriente)

Dado que en España celebramos fiestas por celebrar, sin pensar por qué ni a quien veneramos, nos da igual que se llame Halloween, San Fermín o «día del trabajo», mientras sea una fiesta, nosotros a festejar... Pues, aquí sigo, comiendo caramelos sin respuesta y sin temer que respondan, ya que, aunque respondiesen, nos encanta todo lo que venga de América pero lo que es el idioma…





EL JOVENCITO HABLADOR

miércoles, 2 de octubre de 2013

Tarde de café


«La mediocridad no reconoce nada por encima de sí misma, pero el talento reconoce al genio al instante» Sherlock Holmes.


      Ya parece que caen las primeras hojas color ocre con la llegada del otoño, las veo deshojarse livianamente, las veo ser empujadas por el  débil soplo del viento, levitando en el aire hasta que caen cómodamente, sin vida, sin aflicción, sabedoras de que pronto han de ser sustituidas por otras hermosas y repletas de vida. Abandonamos el estío, el sol ya no lanza ardientes rayos sino haces cálidos de luz, el cielo ya no es solo celeste y claro sino que a veces se cubre del gris que emana el húmedo aroma que desprende la nostálgica lluvia; tiempo es de tardes en casa entre mantas y algún anticuado libro o un clásico del cine. Llegando el tiempo oscuro, nostálgico y romántico que es el Otoño suele poseerme este pequeño duende, o demonio si se prefiere, muy dado a la charla, que habita dentro de mí y que cuando se aburre de estar ocioso y desocupado, toma mi pluma  y con una amplia sonrisa empiezo a escribir. Así, arrebatado, digo cuanto se me apetece sin temor ni conciencia.

Con estas tardes más dadas al té y a la charla que al ejercicio físico, que parece ser lo único que entrenamos últimamente, fui a aceptar la reunión que me propusieron unos jóvenes en no sé qué café de por aquí, para hablar  de arte, porque nuestros gustos convenían en ello. Eligieron una cafetería, como se diría hoy, o como ellos la llaman, «muy vintage», una forma moderna de decir clásico sin que parezca que se dice viejo, es sorprendente como las palabras extranjeras dan caché a un concepto; si en vez de vintage llegan a decir «con un aire clásico» ya para mí no serían considerados artistas, decir palabras como vintage en lugar de términos españoles como «retro» o «con un aire clásico» es la diferencia entre el artista y el hombre corriente…  Un gran cuadro de El Beso de Gustav Klimt colgaba en la pared frente a la puerta de cristal que daba acceso al café, granizadas rojas en pequeñas copas ocupaban el centro de algunas mesas, música Chill out sonaba y paredes, sillas y mesas intercalaban el rojo y el gris bajo tenues luces. Un sitio extraño para gente peculiar.

          Ocupamos una mesa de cuatro asientos, era la primera vez que me reunía con ellos. A mi izquierda un joven que decía ser poeta, ojos azules, boina gris, camiseta de «el Che Guevara» y la idea de que el hip hop y el rap son poesía, le debe sonar igual la descripción que hace Lope de Vega del amor en su soneto: «Desmayarse, atreverse, estar furioso» con cualquier rap que suele intercalar «huevos, cojones, joder…» u otras lindezas sexuales con margaritas y versos…  A mi derecha una joven que decía ser escritora de novela, novelista si se prefiere; pelo liso castaño, mirada altanera, por encima del hombro que se suele decir, una cantidad ingente de papeles con letra ilegible que parecía ser el borrador de su primera novela y la idea de que hay que innovar en la escritura: no escuchar, ni siquiera oír las críticas; acompañar la lectura de audio, como si no se oyeran los gritos agónicos de el Infierno de Dante o el bullicio de un café en «El Café», primer artículo de Larra trocado en el Duende, suficientemente bien con la sola lectura solaz y plácida; y acompañar la literatura de imágenes… Ya he oído esto antes: «¿Por qué no acompañas tu blog de imágenes...?» Me dicen los que quieren entenderme… Ahora todo son imágenes, la literatura se hace imagen en el cine, las noticias se ven en la televisión a través de imágenes prescindiéndose del periódico que por otra parte está repleto de imágenes, las editoriales ponen más empeño en la ilustración de la portada de los libros que en el resumen posterior de la obra, los libros empiezan ya a venderse con trailers, de nuestro Currículum Vitae importa más la imagen que lo demás, nosotros mismos pasamos más tiempo intentando mostrar y trabajando por mejorar nuestra imagen que en esforzarnos por mostrar y por mejorar nuestras virtudes… Apuesto cuanto quiera a quien quiera, a que hallo oficio de esteticista o asesor personal antes que de asesor para la mejoría y entrenamiento de las virtudes humanas… Somos una imagen que cuando hay tormenta se diluye y revela lo que verdaderamente hay dentro de nosotros: palabras y actos.

      Este blog, seguro que es un blog vintage, tengo que ponerlo de título para que le dé caché. Y la escritura al estilo clásico no admite imágenes ¿no es el escritor el que pinta con letras y el pintor el que cuenta con imágenes? ¿Acaso un cuadro debe ser teorizado en letras y un texto explicado mediante una imagen? Cuando se quiere convertir una obra pictórica en letras, en teorías, se llega al arte de algunos museos modernos con lienzos cuya belleza está en la lectura de la inscripción que descansa debajo del cuadro; o a películas que pretenden recrear el mundo literario sin conseguir recrearlo, fracasando estrepitosamente, «el libro siempre es mejor que la película» suele decirse. Queremos convertirlo todo en algo material, estamos erróneamente instalados en aquello de «una imagen vale más que mil palabras», todo lo queremos tangible, subestimamos la hermosura del misterio, de la imaginación. Mi Julieta jamás será la Julieta que una compañía de cine americana seleccione para su adaptación shakesperiana…

     Discúlpeseme estas digresiones, a veces suele pasarme lo que al capitán español le ocurrió en plena reconquista de Úbeda, que justo antes de empezar el ataque fue a perderse por los cerros de Úbeda. Frente a mí, concluía el grupo de jóvenes que decíamos ser artistas y no somos más que «intentos de», un joven con el pelo largo azabache, poco cuidado, barba de tres o cuatro días, camiseta de tirantes y cierta lucidez y charlatanería que parecía embaucar a los demás, probablemente el artífice de aquel grupo con aires de próxima generación artística; dicho joven se dedicaba a la pintura, traía algunas láminas con brochazos sin orden ni otra intención que manchar el lienzo, al menos eso me parecía a mí; cuando le preguntabas por alguno empezaba a explicar no sé qué ideas de soledad, nostalgia, tristeza y angustia, transmitían sus brochazos que intercalaban manchas de gris y rojo, como soy ignorante en esto de la pintura le dije que no veía nada en sus cuadros y asistí a una charla filosófica sobre la angustia, la tristeza y el vacío expresados mediante el color y las anárquicas formas… Y como seguía sin ver nada en sus cuadros, le di una charla filosófica sobre arte clásico y belleza pictórica lo que desembocó en una discusión en desventaja (tres contra uno) que concluyó con mi marcha anticipada de aquel excéntrico grupo de seudo-artistas modernos más preocupados por exhibir su imagen de artistas modernos que por lo que verdaderamente es ser un artista. Creo que el único vintage allí era yo…


El Jovencito Hablador

domingo, 25 de agosto de 2013

¿Recuerdas aquella mañana?



“Lo mejor de este mundo es despertar junto a ti y sentir que me invade la felicidad”. 
El Jovencito hablador

Querida Alissa:

Jamás vi mañana más hermosa que aquella. Recuerdo que mientras íbamos en el tren, el cielo amanecía gris y oscuro, desesperanzador… Nuestras miradas se cruzaban de vez en cuando, tímidamente, con disimulo y dulzor, no sabíamos qué decir y, sin embargo, nuestros ojos, en un solo segundo de encuentro fugaz, paraban el tiempo, se hallaban y se susurraban palabras de amor, un tropel de sentimientos emergía de ellos, y justo antes de esconderse, conseguían que se dibujara una bonita sonrisa en nuestros labios. Nuestro primer viaje juntos y hablábamos sin respiro por temor a que el silencio permitiera conversar a nuestros inquietos corazones. 

La operadora comunicó el nombre de nuestra estación, el vaivén del vagón cesó. Nuestra ciudad nos vio llegar juntos por vez primera, los dorados rayos del sol horadaban las grisáceas nubes, ambos miramos el cielo y sonreímos, «ves, ya te lo dije, en un mundo de sueños no hay lugar para caras tristes ni cielos grises» dije, me miraste sonriente, jamás olvidaré el brillo de tus verdes ojos y la belleza de tu sonrisa en aquel veintidós en que nació este joven al que inspiraste para ser escritor. ¿Recuerdas aquella mañana?..

Yo, antes de conocerte, cuando hablaba de amor citaba a Bécquer, a Zorrilla o algún pasaje de alguna película romántica pero hoy, si tuviera que hablar de amor, diría que cuando te miro me siento vulnerable, diría que cuando te veo, me veo reflejado en los ojos de un ángel que el cielo ha querido enviarme para salvarme de este tenebroso y dificultoso lugar, diría que lo mejor de este mundo es despertar junto a ti y sentir que me invade la felicidad.

Gracias Alissa,



El Jovencito hablador.

domingo, 4 de agosto de 2013

¿Qué nos pasa?

"Y el gran lazo que sostiene a la sociedad es, por una incomprensible contradicción, aquello mismo que parecería destinado a disolverla; es decir, el egoísmo." M. J. De Larra.

Ayer, vinóme uno de esos extraños días en los que, pensando, concluyes que no sabemos muy bien en qué lugar vivimos: nos comunicamos cada vez con más rapidez como si nuestro rastro fuera seguido por un cobrador con traje elegante que pretendiese cobrarnos por dialogar; andamos con más presteza como si nos siguiera alguna fiera desbocada que pretendiera devorarnos; preferimos hacerlo todo después y desde… tal es la flojera que identifica nuestro siglo “gran persona debió de ser el primero que llamó pecado mortal a la pereza” M. J. De Larra. Y, no contentos con todo ello, terminamos por criticarnos por ser así, se ve que la coherencia no es nuestra mayor virtud… 

     Esperé a que el sol se guareciera tras la montaña para dar mi acostumbrado paseo, antes de que se me olvidara caminar con tanta tecnología incitándome a la holgazanería; bajé por la avenida, al principio con paso sosegado y contemplativo, las gentes me esquivaban como los coches evaden un obstáculo molesto en una autovía, mientras yo intentaba evitar a aquellos que aún viendo el obstáculo no eran capaces de aminorar la marcha, llevándome alguna que otra embestida de lo que parece una manada de miuras desbocada que, después de acometer, siguen hacia delante sin ni siquiera disculparse, lógico, disculparse sería racional y humano. Para evitar más encuentros forzosos, busqué una calle secundaria que me llevara al centro, ya me habían contagiado el ritmo, andaba escapándome de no sé qué… Cuando, al fin, pude retomar mi caminante calma ya había llegado a la plaza central. En la plaza todos se movían igual que en la avenida: cabeza agachada y los ojos puestos en sus teléfonos móviles, sin ver más allá que lo que hay en sus pantallas, levantando solo la vista para despertar sus ansias materialistas en los múltiples escaparates estratégicamente colocados. Nadie conversaba, nadie se saludaba, nadie se miraba… ¿Qué nos pasa?.. 

    En la antigua Roma, para que la plebe no se percatara ni se quejara de lo que hacía su dirigente, se le ofrecía “pan y circo”; ahora, para que no veamos que las mentes ilustres de este país pugnan con la justicia, imputados por robarnos dinero, sí, a aquellos que creemos que ellos son nuestra voz y nuestra ayuda, nos dan móviles y televisión, y nosotros volvemos a ser un rebaño a merced, en esta era, de la tecnología sin ver más allá de una pantalla; nos entretenemos, creemos lo que nos dicen y nos convertimos en autómatas sin espíritu crítico, sin raciocinio; así, nos despistan, para que no vayamos al parlamento, todos los españoles, y exijamos la regeneración de la política española. Que sepan, que les quede bien claro, que si no vamos, no es porque estemos entretenidos con vacaciones, verano, móviles y televisión o porque nos creamos lo que dicen, no, no vamos porque sabemos que ellos dimitirán sin necesidad de obligarlos…

EL JOVENCITO HABLADOR

lunes, 24 de junio de 2013

La noche más hermosa del año.

Noche del amor insomne


"Noche arriba los dos con luna llena,
yo me puse a llorar y tú reías.
Tu desdén era un dios, las quejas mías
momentos y palomas en cadenas.

Noche abajo los dos. Cristal de pena,
llorabas tu por hondas lejanías
sobre tu débil corazón de arena.

La aurora nos unió sobre la cama,
las bocas puestas sobre el chorro helado
de una sangre sin fin que se derrama.

Y el sol entro por el balcón cerrado
y el coral de la vida abrió su rama
sobre mi corazón amortajado."


García Lorca


Era la noche más hermosa del año, el cielo etéreo y limpio exhibía orgulloso su mejor semblante, las estrellas eran diminutos haces de luz, claros y brillantes, pareciera que un gran collar perlado se hubiera hecho añicos esparciéndose, desordenadas, sus preciosas perlas nácar por todo el firmamento. Altiva y bellísima, coronando el sublime cielo de la noche única, la luna, la luna más majestuosa que sus ojos habían visto jamás. Ella sentada en su terraza sobre un suelo sólido y frío, perdidos los ojos en la romántica esfera blanquecina, recordando la primera vez que él la cogió de la mano, recordando la primera vez que la besó, recordando la primera vez que le susurró «Te quiero» en una noche romántica, íntima y mágica como aquella. Él sentado sobre la fina arena, cansado de una agotadora jornada, buscando la calma en el oleaje de un mar tranquilo y oscuro bañado del blanco brillo del mágico orbe, recordando la primera vez que la vio sonreír, recordando la primera vez que vio brillo en su dulce mirada, recordando la primera vez que sus letras provocaron un inolvidable beso seguido de un entrañable abrazo. Ambos juntos por los recuerdos de momentos vividos y compartidos y separados por kilómetros de distancia, él redactando las líneas más hermosas que se le ocurrían para que el mar se las entregase y ella pidiéndole a la luna que sus palabras a sus oídos llegasen… Ambos deseando lo mismo, encontrarse en el romanticismo de aquella mágica e íntima noche y, finalmente, ambos volviendo a casa con el único afecto que puede quedar después de oír una voz tras una llamada.

    Él echado ya sobre su cama, con los ojos cerrados, en estado de duermevela y, al instante, de nuevo en la orilla frente al inmenso mar, y, allí, ella frente a él; solo se oía el aliento que exhalaban sus labios, la luna desplegaba todo su romanticismo y toda su magia, el lugar, la persona y el momento deseados, los ojos de él perdidos en la dulzura de la mirada de ella, los ojos de ella, esquivos por la timidez, pasaban de la arena a la ternura de los ojos de él. ­­ ­― ¿Sabes que esto es un sueño verdad? ― dijo él, ― Sé que es una noche perfecta― respondió ella. Él la cogió de la mano y sus ojos se hallaron y sin decir nada más, se fundieron en un beso, en un beso de ensueño, en un sueño eterno, en una eterna noche, en una noche para soñar, en una noche para amar.

El Jovencito Hablador

domingo, 16 de junio de 2013

A ella

 A ella:


Te vas, mi mundo se desmorona y más allá de él, no hay paraíso sin ángel, ni Olimpo sin Venus... Ya están aquí los rumores de tu marcha clavándose como saetas certeras en mi pecho, ya vienen recuerdos de nuestros momentos vividos y solo me quedan letras tristes con las que anhelar un alivio. Sé que te marchas y si te escribo no es porque intente evitar tu ida sino porque todos aquellos sentimientos vienen en tropel y me ahogan por momentos. Recuerdo pasear buscando la calidez de tus ojos sin perder ninguna palabra de tus labios, recuerdo verte andar bañada por los rayos del sol y competir con ellos, recuerdo tu bello caminar en la noche más limpia y etérea, recuerdo como verte sonreír era cumplir el único deseo que hubiera pedido en aquellos días…

    Ahora estoy aquí, la noche ha caído ya y convertido mi cuarto en un lugar frío y tenue, cualquiera diría que soy un loco, un necio insensato que teniendo un momento de descanso exige de su mente un esfuerzo más para escribir unas líneas que no tienen sentido alguno y no errarán porque ese es mi sino. No habrá más auroras que ver ni más lunas bajo las que besarse apasionadamente, solo bellos recuerdos que entristecen y letras inspiradas y hermosas que adolecen, penan y perecen. Te vas, y yo quedo en este cuarto frío y solitario empuñando una pistola contra mi sien, sintiendo el aliento gélido de la muerte esperando que esta noche oscura y eterna cierre estos ojos que te vieron, dejándome con otros que, al fin, te vean.

Anónimo




sábado, 8 de junio de 2013

Gracias lectores. El J. Hablador de vuelta.


«Hace ya mucho tiempo que deseo fervientemente escribir sobre lo que veo, no porque lo entienda mejor que otros, sino porque pretendo que otros entiendan mejor lo que ven. No se me tome, por lo dicho, por vidente aunque pueda acertar con alguna catástrofe porque lo que unos llaman videncia, otros llamanlo deducción, intuición o simple observación. Tómeseme, si se quiere, por un joven tímido y reservado, un pobre jovencito que tiene por costumbre dar algún paseo, cuando el tiempo me lo permite, y recoger todo aquello que escucha y observa como cualquiera que tenga ojos u oído. A pesar de ser, como digo, de natural callado y enfrentado con la palabra, mi natural desentendimiento con esta, con la que otros se entienden tanto que hasta entre ellos se cansan, troca en extensos discursos cuando salgo a la calle y contemplo el teatro que se representa a diario, así, cuando camino por aquí y por allá, vuélvome un dicharachero, un amante del discurso, un joven hablador que tiene más de parlanchín que de ciudadano.» Primera entrada. El J. Hablador. 


    Qué estruendosa es la vida en plena sordera y cuánto se ve en la oscuridad de la ceguera sumido en las tinieblas, oyendo únicamente el lamento de la soledad más amarga, más dolorosa y más sincera… Cómo siendo amante de la escritura quedé ciego y sordo, mudo, sin cura… Con una pluma sin tinta cuya punta yacía oxidada, un papel en blanco, árido e infértil y la nada, la nada, tan inmensa como un mar y tan inmaculada y estéril como la hoja en blanco que desechaba todas mis letras narradas…

     Todo era silencio para mí, ya fuera en las plazas, cafeterías o en avenidas, solo oía un silencio que gritaba desgarradamente, un silencio que se lamentaba con tal estrépito que podía oírsele con la misma fuerza con la que truena una tormenta en su cénit. No veía, todo estaba oscuro, tan oscuro como una noche limpia de verano; ya no había jóvenes desvergonzados, viejos cascarrabias, grupos de viejas chismosas, policías altivos, políticos mentirosos, profesores sin vocación, funcionarios que dicen «vuelva usted mañana», obreros cuyos piropos son insultos a la vergüenza, programaciones televisivas que dinamitar, y lo que más hay: personas egoístas e hipócritas que veneran el dinero, y lo que es más insufrible: personas con un poco de ingenio que tienen la necesidad de sacarlo a pasear cada vez que pueden. No había más que silencio y oscuridad, y para mayor pesar, tampoco podía hablar, intentaba gritar pero estaba afónico en un mundo conocido pero irreconocible, en un mundo presente estando ausente, en un improvisado limbo tan sosegado y ameno como aterrador e hiriente…

     Empecé a tener miedo, no entendía qué me pasaba, una vez fui un jovencito que hablaba para que se me oyera y escuchara, un jovencito que escribía para que se me leyera y entendiera y en aquel momento era uno más del rebaño inconsciente, me había rendido y mi resignación me había hecho mudo, ciego y sordo…

     Iban ya diez días de penosa existencia, de total oscuridad e incertidumbre cuando al caer la noche, me acometió un sueño extraño… Todo estaba oscuro, hacía frío y solo se oía el silbido del viento, el lugar donde me hallaba parecía un parque, aunque no alcanzaba a ver con nitidez lo que allí había, el olor a hierba húmeda y a asfalto eran suficientes datos para intuirlo. A lo lejos oí pasos, por el ruido, zapatos de hombre; dirigí la mirada hacia la procedencia del sonido, y mi curiosa ceguera solo me permitía ver la silueta de un hombre alto con sombrero de copa, chaqué y bastón que se acercaba con caminar elegante y sereno. Yo no podía hablar, seguía mudo hasta en sueños, solo veía siluetas oscuras, sin nitidez, y aquel extraño hombre cada vez estaba más cerca… Las piernas me pesaban y mi cuerpo no reaccionaba, una extraña sensación de nerviosismo comenzó a apoderarse de mí, mientras yo intentaba calmarme. Aquel extraño seguía acercándose, estaba ya a escasos pasos de donde yo me encontraba y seguía caminando hacia mí, yo, seguía paralizado. Por un momento, noté como el tiempo iba ralentizándose cuanto más se acercaba el hombre del sueño, hasta que en un punto, justo cuando el extraño estaba delante mía, casi llegó a parase por completo. «Tenga buen día Jovencito» Dijo la voz grave que tenía ante mí, acompañando sus palabras con un gesto de reverencia mientras se quitaba el sombrero. Se hizo un silencio. Aquel extraño sacó un sobre de su bolsillo «Tome, esto le pertenece» Dijo. Yo seguía sin poder articular palabra. Extendí la mano, como obligado por una ley no escrita, y cogí el sobre, el extraño hizo una nueva reverencia y siguió su camino hasta perderse en la penumbra. Intenté seguirlo pero mis piernas no reaccionaban.

     Abrí el sobre, en su interior había un papel escrito que se veía con total claridad, un papel pulcro con un trazo clásico, altivo y ligeramente inclinado. La nota decía así:

Estimado Jovencito Hablador:

     «Mucho tiempo ha ya que tenía yo vehementísimos deseos de escribirle; no precisamente porque mejor que sus lectores le entienda, sino porque más que otros quisiera yo que volviera a escribirles. Helo dejado todo este tiempo porque no creí que rendiría aún su pluma y menos que diera tan fatídico final a sus letras mientras sus lectores quieren más de su ingenio.

« Lo mío es escribir por el placer mismo de la escritura, no por el maldito dinero, a ese ya dedico bastante tiempo a lo largo del día; pareciera que hoy día no existiera el gusto por el arte como tampoco existe ya el romanticismo, la belleza o el amor, luego, nada nos mantiene vivos y así anda el rebaño, errante, todo muertos en vida, todo cadáveres descerebrados que se mueven buscando el Dorado.» El Jovencito hablador. 

     Así definió su gusto por la escritura y se traicionó a sí mismo enfrentado su verdadero ser contra su naturaleza social.

«El jovencito hablador, es, también, una declaración clara de intenciones, una forma de homenaje, de seguir la estela de la estrella fugaz que, aunque efímera, fue imperecedera, aquel ilustre hombre que dio al periodismo su altura y su elegancia, aquel ilustre hombre que abanderó una ideología basada en la idea de formar un periodismo capaz de hacer palpitar los corazones, de provocar la rebeldía, de hacer reflexionar y pensar para formar personas valientes y críticas capaces de tener un criterio propio. Estas serán mis máximas: recuperar el pensamiento libre y huir del guiado; provocar sensaciones y sentimientos, llenar las letras de vida para crear relatos que remuevan las conciencias mientras evado cifras, números o fríos e inertes relatos de hechos; recuperar la fuerza de las pasiones mientras expurgamos lo lógico, racional y objetivo, ya que, ningún escritor de profesión podrá ser, jamás, objetivo y racional aunque se quiera mostrar que sí lo es, porque la naturaleza humana es inherentemente subjetiva e irracional.» El Jovencito Hablador.

 Con esta cita  homenajeó y recordó a quién le inspiró, siga escribiendo le diría aquel joven romántico. Jovencito Hablador, se debe a sus lectores querido amigo, recuerde que ellos aún confían en usted, no les defraude y espero que su estrella brille aún por muchos años.

     Se preguntará quién soy y le diré que quedábame aún un nombre con el que presentarme que no fuera el mío por el cual supiese todo el mundo que era yo el que estas líneas escribía; porque eso de decir «soy fulano» tiene el inconveniente de ser claro, entenderlo mucha gente y parecer pedante; y aunque lo sea, bueno es no parecerlo. Recomendome un amigo que debía llamarme «Fígaro» y ese fue mi eterno seudónimo…»
FÍGARO



     Me desperté, mi cuarto estaba intacto, empecé a ver, empecé a oír, empecé a hablar, volví a escribir…

EL JOVENCITO HABLADOR

lunes, 22 de abril de 2013

Querido lector.

"Escribir es la manera más profunda de leer la vida." Francisco Umbral.
Es un buen momento para escribir, nada me distrae; ya está todo oscuro, nada se oye; es noche silenciosa, noche limpia, noche clara y etérea… Alzando la vista, veo estrellas brillar orgullosas sin ningún velo que cubra su hermoso espectáculo de luces ¡qué belleza! Sí, es buen momento, ahora puedo hablar conmigo y contigo, puedo verme y mostrarme para que me veas, puedo oírme y conseguir que me oigas, puedo ser yo y presentarme ante ti para que me conozcas y tener el honor de conocerte, puedo sentarme a escribirte y quiero que te acomodes y me leas. 

     Hoy quiero apartar mi ego, a veces nos olvidamos de valorar lo que tenemos porque estamos tan centrados en nosotros mismos que desatendemos lo que verdaderamente importa. Este pequeño escrito es para ti lector porque sin ti solo soy letras sin sentido en papeles que caerán en el olvido, palabras que el viento se llevará, palabras sin rumbo, palabras sin destino, palabras con vida que no habrán vivido. ¡Qué complejo es dedicarte unas palabras! Podía haber optado por utilizar complicadas metáforas, rebuscadas alegorías u otros recursos literarios para crear un juego ficticio escritor/lector pero los días como hoy no han de empañarse con letras artificiosas. Decía un humilde sabio que las cosas más complejas empiezan siendo sencillas, pues que estas líneas sean así, sencillas, naturales y espontáneas, tal cual es la vida, tal cual es la naturaleza. Apartaré el velo que nos separa, gracias a ti existe este 23 de Abril, no hay libro sin lector nunca lo olvides, hay escritores que creen estar por encima de sus lectores, recuérdales que ningún hombre está por encima de otro, al final de la partida tanto el peón como el rey acaban en la misma caja, no te restes importancia, ser lector es extremadamente complejo, no todo el mundo sirve para leer y más aún para leer, juzgar, criticar y reflexionar sobre lo leído, al fin y al cabo, ¿qué somos tú y yo sino escritores que leen la vida y lectores que escriben la suya propia? Nuestra cultura y nuestra sociedad necesita personas que lean, te necesitan, y ten presente que sin ti la ficción del escritor no cobrará jamás vida, de qué sirve crear, si la creación no ha de vivir. Gracias de todo corazón por leerme, el tiempo es valiosísimo, no tiene precio, y, sin embargo, tú estás ahí, dedicando un poco del tuyo a mis letras, demostrándome tu valía, recompensando mi esfuerzo compartiendo un instante conmigo, gracias, y no te preocupes, como ves, no me olvido de ti porque lo que creo, tiene un confortable hogar en tu memoria y allí sé que está a salvo. Gracias por pedirme más, por opinar, por criticar, por ayudarme a crecer con cada entrada publicada, no abandones a este jovencito y en este 23 de Abril recibe mi feliz día del libro leyendo este pequeño fragmento que te dedico.

EL JOVENCITO HABLADOR

sábado, 13 de abril de 2013

El hablar mal sin conocer bien (Artículo publicado en el Mijas semanal 2009).

“Habló el buey y dijo… ¡mu!”
(Refrán)

El desesperado anhelo por pasear y por encontrar lugares cuyo ruido aplaque mí, a veces generalizado malestar, me lleva a ver, oír y escuchar infinidad de necedades que, con gusto, plasmo en mi pequeña libreta en forma de garabatos. Estos pequeños apuntes son los que me ofrecen esos momentos divertidos cuando papel y bolígrafo danzan unidos. Entre estos paseos, suelo oír, con demasiada frecuencia, una palabra que todos traen en boca, siempre como culpable de todo, como comodín sobre el que cargar todos los problemas que nos rodean.

Salgo a la calle; bajo los rayos del sol, los campos florecen, las abejas revolotean y los pajarillos cantan. Al ver que la naturaleza ofrece un cuadro tan bello, decido dar un paseo por los alrededores, sentir ese optimismo, esa vitalidad que la primavera trae consigo; cuando, de nuevo, vuelvo a toparme con esa palabra que tanto me cansa oír. “Ayuntamiento”, “ayuntamiento”, “ayuntamiento”… Todo este eco molesto me recuerda a un pajarillo que suele repetir una y otra vez la misma palabra, la que le han enseñado y dada su ignorancia repite. Me pregunto porqué el animal inteligente hace lo mismo que este pajarillo ignorante, y, esto, me lleva a dos conclusiones para explicar este fenómeno: o bien, en ciertas mentes inteligentes solo hay sitio para una palabra que repiten cual papagayo, o bien, la evolución nos ha regalado un nuevo espécimen cuya cadena genealógica proviene del loro. 

Tras esta digresión, sigo mi camino cuando de nuevo vuelvo a oír el mismo vocablo en boca de ciertas personas como ente al que culpar de todos los males que le rodean (“la culpa es del ayuntamiento”), esto trae a mi memoria a una viuda muy laboriosa que tenía tres jóvenes criadas, a las que despertaba por la noche al canto del gallo para empezar el trabajo. Ellas, extenuadas por el trabajo diario, tuvieron la idea de matar al gallo creyéndolo culpable de su desgracia, puesto que despertaba a su señora antes de que se iniciara el día; pero, ejecutado el propósito, se dieron cuenta de que habían agravado su mal; pues la viuda al no tener al gallo que le indicaba la hora, las hacía levantar antes para ir a trabajar. Estas personas son como estas tres jóvenes, se dedican a culpar de sus males a lo primero que creen culpable. 

Mi curiosidad innata, me lleva a acercarme a estas gentes, a saber si sus diatribas son ciertas y están bien fundadas, ya que de ser así, serán personas fascinantes porque además de llevar adelante su vida, son capaces de ser jueces con el don de la omnisciencia. Pero, me doy cuenta cuando observo su actitud que hablan mal sin conocer bien. Su manera de ser queda definida perfectamente con una canción de mi infancia: “el caballo camina para adelante, el caballo camina para atrás, eeo, eeoeeeo…”. Y es que cuando están delante de uno de los integrantes de dicho ente, caminan hacia atrás, se deshacen en halagos y alabanzas; sin embargo, cuando se encuentran lejos de alguno de los miembros de esta entidad se echan hacia delante y despotrican hasta la saciedad; mi infancia tiene otra canción para ellos: “borriquito como tú, tururú, que no sabes ni la u…” 

Concluyo mi paseo con la caída del sol, y entre reflexiones llego a varias conclusiones: la primera, que una crítica está bien siempre y cuando se realice en el momento en que se haga algo mal, se sepa lo que se critica, y además, tenga una finalidad, el objetivo de mejorar. La segunda conclusión es, que no solo se debe criticar, sino también alabar si se hacen bien las cosas. A todo el mundo le gusta oír algún elogio de vez en cuando. 



El Jovencito Hablador

domingo, 7 de abril de 2013

¿Amas? Dilo abiertamente.

“Intentar acallar la voz del corazón es arrancarse la vida latido a latido, es expirar dejando escapar cada aliento vital”. El J. Hablador.
En un pequeño santuario religioso, situado entre frondosos árboles y enclavado en una altísima montaña, donde no sabría decir qué religión se practicaba, convivían veintinueve monjes y una monja que juntos asistían a las enseñanzas de un afamado maestro; no era nada fácil entrar a formar parte de este grupo de privilegiados, solo los que demostraban cualidades conseguían ser aceptados por el mentor que regía aquel templo sagrado. Solo había una mujer en el selecto grupo, que por nombre tenía el de María, una mujer bellísima, aún estando vestida con ropas propias de lo que se exigía en el santo lugar en el que cada día se reunían todos para la meditación. María era una mujer con unos preciosos ojos, fríos al mirar y cálidos al sonreír, unos labios finos y unas facciones delicadas; aunque cuando permanecía seria, daba impresión de ser distante y arisca, al sonreír dulcificaba completamente su apariencia. Su retiro de la vida y búsqueda de quietud interior, tenían que ver con las circunstancias que había vivido, y la mejor manera de hallar cierta paz interior, era escuchar hablar a la naturaleza que le susurraba con el soplo sibilante del viento y el movimiento oscilante de las hojas. La hermosura, casi angelical, de María, atraía, irremediablemente, las miradas de los monjes del templo, a pesar de ser hombres de un tesón inquebrantable y una voluntad férrea bien conocidas. Pero el amor es una fuerza incontrolable que no hay muro o fortaleza que la detenga, ni grillete o cárcel que la retenga y la belleza de María era tal, que tenía cautivos, incluso, unos corazones entrenados contra el arrebato de las pasiones; así, muchos de los monjes que la rodeaban, la amaban secretamente, y, conocedores de su imposible amor, permanecían en silencio porque lo contrario supondría la expulsión y el desprecio de por vida. Pero el silencio no duraría eternamente… Intentar acallar la voz del corazón es arrancarse la vida latido a latido, es expirar dejando escapar cada aliento vital… 

Una mañana de primavera, María, al despertar, se encontró con un sobre que estaba en el suelo y que parecía haber sido echado por debajo de la puerta; su humilde cuarto solo tenía una cama, una pequeña mesa de madera junto a su cama y un modesto armario caoba ajado por el tiempo. Recogió el sobre y en él se leía: 

Querida María:

Sé que con esta pluma que te escribo en la hoja de papel que lees, quiebro los muros que han de separarnos y reto a las leyes que nos rigen. Aun sabiendo que no es posible vencer en esta contienda y que más valdría rendirse y entregarse a la amarga realidad, soñaré que es posible encontrarte, rodeada del verdor y la frescura primaveral, bañada por los rayos dorados del sol, exhibiendo la sonrisa más hermosa que vi, veo y veré, sin nada que me aflija, con la mente tan limpia y cristalina como la mañana que te entrego esta carta, y, allí, perdido en tus ojos en confusa ensoñación, no temeré vivir ni morir, no temeré ni a vivos ni a muertos, no temeré a la vida ni a la muerte, solo me acercaré a ti con el corazón palpitando acelerado, y sin pensar nada más, te besaré y te amaré por siempre, en un instante fugaz que será nuestro eternamente. 

Si quieres saber quién soy, te espero en el árbol que hay junto al río en la próxima aurora. 


El sol se había puesto tras las montañas, todos los monjes y María estaban ya en silencio sentados sobre el frío mármol que con la retirada del sol era casi como el hielo, con los ojos cerrados y perdidos en innumerables pensamientos. María solo tenía una cosa en mente, aquello que había leído. Después de pensarlo mucho, finalmente, abrió los ojos, recorrió con la mirada todos aquellos rostros silenciosos, y en un arranque de valentía, se levantó, y, arriesgándose a ser expulsada del lugar más preciado que había conocido, infringiendo una de las normas más sagradas del templo, interrumpir la meditación, rompiendo con el silencio que imperaba en la sala, dijo, con voz clara y firme: -“¡Si me amas, dilo aquí y ahora, dilo abiertamente!” Los monjes quedaron atónitos... Su maestro sonrió. 

Con estas palabras, María dio una lección de valentía a todos los hombres que compartían aquella silenciosa sala, y, en especial, al monje que le había escrito desde el silencio y el anonimato.

EL JOVENCITO HABLADOR.

sábado, 23 de marzo de 2013

¿Nos oiremos tú y yo entre tanta sinrazón? Nuestra España.


“¡Basta de silencios!¡Gritad con cien mil lenguas! porque, por haber callado, ¡el mundo está podrido!” Santa Catalina de Siena. 

Ha llegado el momento de ser sincero, de hablar íntimamente tú y yo y por más que lo intento, de este tema hablar no quiero. Estamos solos, ya veo tu confusa mirada, y aunque mi voz suene temblorosa, debo ser yo quien hable primero. Todo está en silencio, en un silencio inquietante; la noche ya cubre el cielo con pulcro y etéreo azabache, yace la luna con orgullosa y brillante luz blanquecina en posición altanera contemplando todo cuanto acontece, observando todo cuanto en su noche nace o perece. Parece un momento idóneo para conversar ¿no crees? Las noticias siguen llamándonos idiotas sin ningún pudor, anuncian políticos corruptos, sin moral ni razón; anuncian policías que acometen a ciudadanos desarmados, orgullosos de su nefasta acción; leo periódicos cuya imparcialidad raya la imbecilidad; veo programas de gente descerebrada que pretenden tener credibilidad sin tener educación y, ante todo, veo una justicia que sigue sin golpear con fuerza las injusticias que se ponen sobre la mesa de este país, esta es nuestra ilustre nación. ¿Nos oiremos tú y yo entre tanta sinrazón? Apaga la televisión y acomódate. Desde mi ventana no se ve nada, solo luces en otras ventanas cuyos habitantes oyen el insufrible dolor que padece nuestra España, ven como los males la consumen, lágrimas sus ojos lloran, nadie acude a socorrerla, morirá siendo solo una sombra grotesca de sus tiempos de gloria. Todos nos quejamos, pero no hacemos nada, nuestras voces colman el cielo de quejas tan útiles como el lamento de las almas en pena que vagan por el cementerio cuyo gemido carece ya de importancia y criterio. ¿Aún quieres que hablemos? No hace mucho he visto a los españoles animar con garra, ahínco y desmesurada pasión a un equipo que juega en un coliseo, sin embargo, en la verdadera batalla, en la que decide nuestro futuro, permanecemos rezagados esperando no sé qué salvación ¿Qué fue del valor y orgullo del pueblo español capaz de enfrentarse y derrotar a todo un ejército invencible, levantándose en armas, poniendo en la contienda el corazón y hasta el alma? Decía Sherlock Holmes, “Soy un cerebro, Watson, el resto es mero apéndice”, hoy somos solo cuerpo, el resto es mero apéndice… Parece que empieza a llover, finas gotas cristalinas empañan el cristal, intentan cruzar, pero una a una son solo manchas de agua estrellada que se pierden sin más, sin embargo, todas cayendo al unísono quiebran el silencio, este silencio que está durando demasiado ya…
EL JOVENCITO HABLADOR

domingo, 17 de marzo de 2013

Redactad vuestras vidas.


"Pensar, muchas veces, requiere de pasear y reflexionar, de caminos que andar..." El Jovencito Hablador.

Hay momentos en que los males encuentran solo un objetivo al que martirizan y torturan hasta verlo derrumbarse, suplicar piedad y, con lágrimas en los ojos, arrodillarse y romper a llorar... Somos seres vulnerables, meros cuerpos de carne y hueso, frágiles e imperfectos cuya vida es tan débil como lo es una copa de cristal, en el golpe menos esperado nos resquebrajamos y rompemos en mil pedazos; si nuestra fragilidad no fuera suficiente, los vaivenes de la vida son incontrolables para nosotros, una mañana sonreímos sintiendo la calidez de los rayos gualda bañando nuestros rostros y al día siguiente no hallamos consuelo para el penar y la tristeza que nos consume bajo un oscuro y apagado cielo cubierto de nubes grises y soplos de aire gélido que nos pareciera una ventisca de hielo. A pesar de esta evidente realidad, queremos ser fuertes como una fortaleza inquebrantable, queremos controlarlo todo y actuamos pensando en un futuro, cuando lo cierto es que el sencillo aleteo de una mariposa desmorona la fortaleza más firme, cuando lo cierto es que nuestros pensamientos son un caos tan complejo como el inmenso Universo y lo cierto es que el futuro es tan incierto como lo es el siguiente paso que vamos a dar.  Lo peor de todo esto es saber que no necesito decíroslo porque lo sabéis tan bien como lo sé yo, y, sin embargo, seguimos sin acometer la vida con valor, preferimos permanecer temerosos, esperando que los males se vayan, esperando que la felicidad venga a nosotros, esperando que lo que deseamos nos caiga llovido del cielo, entregándonos a un destino cuando la única verdad consiste en entender que hacer cosas es lo que hace que cambien las cosas. “Avanzar hacia las bocas de los rifles con total indiferencia” (El Club de los poetas muertas), esa debe ser nuestra única ley, no temer nada ni a nadie, y si nos disparan y nos arrebatan la vida, sonreír justo antes de morir, demostrando que elegimos cómo debía ser nuestra existencia, y en el caso en que salgamos vivos y heridos, levantarnos y desafiar a la adversidad, volver a enfrentarse al enemigo sin pavor porque vivimos para ser los amos de nuestras vidas, los capitanes de nuestros barcos, los pies que hacen camino cuando andamos… 

Vivid cada momento de vuestras vidas queridos lectores, que nada os lo impida; sed valientes, aunque se diga que el cementerio está lleno de ellos, nadie recuerda a los cobardes; coged la pluma más hermosa que tengáis a mano, no titubeéis, no penséis en si sabéis escribir o no y redactad vuestra historia haciendo que sea la más bella que habéis leído jamás.
EL JOVENCITO HABLADOR

sábado, 9 de marzo de 2013

Bocas sin vida



“Nada nos engaña tanto como nuestro propio juicio” (Leonardo Da vinci) 

“No te estrujes más los sesos porque tu burro lento no cambia de paso aunque le pegues” dijo un humilde aldeano de Shakespeare y, así, por más que intentemos cambiar el paso del burro no nos será posible conseguirlo. El telón se abre cada mañana mientras el sol va alzándose hasta coronar el cielo celeste, todos nosotros salimos disfrazados con máscaras y disfraces que, o bien, hemos buscado minuciosamente, o bien, nos han colocado; en función de la escena que nos toque representar, sabemos trocar bien nuestras vestiduras. Cuando ya las estrellas cubren el cielo oscuro de perlas plateadas, cae el telón, y ya guarecidos, permitimos salir a nuestro “yo”, un niño asustado e inocente sin cabida en esta sociedad de actores y decorados artificiales. Aunque todos somos actores, queremos elegir nuestros guiones y nuestra máscara, sin embargo, hay gente que se empeña en que no ha de ser así. El público que nos observa somos nosotros mismos y, en la misma medida, creamos ficciones de lo que hacen los demás, como si nuestras vidas carecieran de alicientes y necesitáramos convertir a los que nos rodean en protagonistas de obras ficticias, en un absurdo intento de diversión y en un patético interés por vidas que carecen de importancia. En este maldito gusto social por el cotilleo y la falsedad, la sinceridad es casi una mentira, por desgracia, y por más que nos empeñemos en intentar mostrar y hablar con palabras que se acerquen a la verdad, nuestras expresiones serán amoldadas al guion necesario para que otros comenten lo adecuado o no de nuestra actuación, en un acto humano de simpleza que raya la idiotez. Una vez te han elegido como protagonista de una de sus epopeyas, por más que golpees al burro no cambiará… En esta sociedad vivimos, rodeados de ilustres y trovadorescas mentes capaces de crear sorprendentes historias, no para ensalzar la figura del protagonista, sino, más bien, para enterrarlo bajo un montón de excrementos escupidos por bocas incapaces de estar cerradas, por bocas envidiosas y entrometidas, por bocas incapaces de besar con dulzura, por bocas incapaces de charlar con naturalidad y franqueza, por bocas sin vida… 

EL JOVENCITO HABLADOR

martes, 5 de marzo de 2013

Carta a Alissa.


Querida Alissa:

"Las teorías, las doctrinas, los sistemas se explican; los sentimientos se sienten." Mariano José de Larra

¿Están ya las calles de Sevilla tan concurridas y tan vivas como aquel día de primavera?; ¿está el sol tan brillante y radiante?; ¿Y las flores de nuestro primer parque, están ya tan bellas y hermosas?; ¿Cantan ya los pajarillos como cantaban aquel, nuestro día?; ¿Tiene nuestra Giralda esa luz natural y ese aire que la hace tan especial?; ¿Puedes ver a las parejitas de enamorados andar por donde nosotros anduvimos, o tu Sevilla perdió el romanticismo sin nosotros?... Ve, querida Alissa, a nuestra plaza y dime si nuestro banco, ese donde juntos nos mirábamos, ese que oyó dulces palabras y vio caricias, ese que se halla sobre un suelo de tierra que algunas flores caídas embellecen, ese que recibe la luz, el brillo y la calidez justa del sol para disfrutar de ti, ese que resguardado de las miradas y escondido bajo el árbol de frondosa copa tuvo el honor de oír aquello que nuestro corazón quería decir y que allí quedó en el aire por siempre, ese que por vez primera nos vio juntos en tu ciudad, dime si ese banco, nuestro banco, está allí hoy, tal como lo dejamos, bajo el cielo azul, bañado de dorado cálido y rodeado de fresco verdor. 

Ya la primavera empieza a saludar con sus primeros campos en flor, querida Alissa, y sus brillantes rayos de sol, yo busco entre mis papeles formas de decirte ¡te amo y te quiero! porque me he propuesto enamorarte un poco más en estos días. Empiezo a enlazar citas, frases y párrafos que hablan del amor y termino hablando de paisajes y de la belleza del mundo, pensar en ti es encontrar en la fealdad de la vida un motivo para celebrarla y embellecerla, por ello, hablé de lo bonito que es el mar cuando se halla en calma y adquiere ese color mezcla del verde más puro y un azul profundo y oscuro, hablé de lo bello de un amanecer mientras el brillo del sol comienza a bañar los campos, tiñéndolos de dorado y con su luz evapora toda la oscuridad. Hablé de lo bello que es un parque cuando algún niño pequeño sonríe inocentemente derritiendo el corazón de su madre que lo mira perpleja y feliz. Hablé de lo bonito de un bosque cuando la primavera lo toca y nace la vida en él. Hablé de la belleza de la naturaleza, de la belleza de un buen corazón, de la belleza de una persona amable y bondadosa; incluso hablé de lo bonito que es un parque cuando se endulza con la presencia de dos personas que sonríen mientras su cariño los une. Y podría seguir hablando y hablando de tantos fenómenos preciosos, todos, en este mundo que nos rodea; pero hay uno que ha rozado a este humilde hombre del cual no he hablado y del que mi lector me disculpará porque jamás podré de él hablar, ya que palabras no tengo ni aun quisiera tenerlas, pues es algo indescriptible, un sentimiento hay en mi interior tan increíble que me dejó mudo, querida Alissa, y es que con solo una mirada tú me dejas mudo…mudo.

EL JOVENCITO HABLADOR

miércoles, 20 de febrero de 2013

¿Alguien ve por la mañana la belleza del alba?

"En cada amanecer hay un vivo poema de esperanza, y, al acostarnos, pensemos que amanecerá" Noel Clarasó.


Hace ya algunas noches que siento fortalecerse la amargura que pesa más estos días; el sueño hace mucho que no me visita, a pesar de que intento invitarlo con un buen vaso de whisky. Ni siquiera mi gran amiga la pluma me hace hoy compañía, al parecer pasea cogida de la mano de la inspiración caminando juntas lejos de aquí. A mi pesar, solo me queda la soledad, sí, esa eterna amiga que amarga aún más la noche fría y solitaria, esa amiga que tiene por costumbre contarte aquellos momentos felices que viviste para hacer más dolorosa la pena que intentas aplacar con los últimos sorbos del tercer vaso de whisky. La soledad, sí, eterna compañera que opta por recordarte tus errores, tus vanos intentos de mejoría, la estupidez de tu lucha continua por ser feliz y, que, finalmente, acaba por regocijarse riéndose de tu estado. Cuando esa triste y fría compañera acaba su discurso, quedas sumergido  en un extraño y oscuro  mar que te ahoga, pides socorro pero no hay socorrista,  pides ayuda pero no hay nadie que te oiga y, entonces, cuando sientes que una lágrima confirma tu malestar  solo deseas que alguien acuda para salvarte, y te preguntas ¿alguien acudirá?..

  Sales fuera una tarde de primavera, pisas el asfalto grisáceo y observas cuanto ha cambiado todo; oyes el estruendo de los vehículos que circulan veloces por la carretera, oyes alguna canción ruidosa proveniente de alguna ventana de algún vecino, oyes gritar a una madre porque su hijo pequeño cruza la carretera sin mirar, oyes a la gente que pasea conversar sobre qué comprar, cuánto dinero ahorrar, porqué esta persona es así o se comporta de aquella manera… Y me pregunto yo, ¿Alguien oye el canto dulce de un pajarillo? Y ¿el canto relajante de un grillo al caer la sombra oscura de la noche?.. Te acercas a la plaza central y observas las tiendas: ropa, joyas, comida… Ves los bares repletos de gente y los escaparates captan la atención de jóvenes y adultos, y me pregunto yo, ¿Alguien observa la belleza de un río que fluye cristalino y serpenteante? ¿alguien observa un bosque de fina y verde hierba que desprende un aroma fresco y húmedo? y ¿unos ojos color esmeralda llenos de vida que brillan seducidos por el amor?; Caminas por la orilla del mar, apenas corre aire, sientes el calor sofocante del sol, el cansancio… ¿Alguien siente la brisa marina?, ¿alguien siente la calma que transmite el mar?, es más, ¿alguien siente el mar?, o, ¿simplemente siente agua fría con la que refrescarse y guarecerse del sol infernal?.. 

  Cae la noche, los televisores registran sus máximas audiencias, los bares de terrazas se preparan para recibir a la gente sedienta y cansada tras un día duro de trabajo, y me pregunto yo, ¿alguien ve el ocaso? ¿Alguien ve como el sol va apagándose tras las montañas, mientras las franjas anaranjadas desaparecen y el azul del cielo va oscureciéndose?.. Por las mañanas, ves y oyes a la gente levantarse a regañadientes, maldiciendo el día en que se inventó el despertador, o el día en que se inventó el trabajo, ¿alguien ve por la mañana la belleza del alba? Creo que nadie ve, hoy, más allá de sus quehaceres y de sus placeres… 

  La oscuridad empieza a desvanecerse, sobre el mar en calma y penumbra, empiezan a dibujarse unas pinceladas doradas, comienza a verse el azul al fondo del mar, allí, por donde el sol empieza a ascender, a la vez que su brillo va iluminando todo lo que alcanzo a ver; siento su cálido saludo y diviso un fenómeno lleno de belleza, un cielo que se pinta de tonos rosados y celestes, liderado por un sol reluciente que llena de vida todo lo que sus rayos gualda bañan, es la aurora, tan esplendorosa y hermosa, y con tan pocos espectadores... ¡Qué preciosa forma de saludar al nuevo día viendo alzarse el fulgor del sol sobre el azulado mar! 

EL JOVENCITO HABLADOR

viernes, 8 de febrero de 2013

Arrodillarse y esperar.



“Hay dos maneras de conseguir la felicidad, una hacerse el idiota; otra serlo.” Enrique Jardiel Poncela

Henos un día amando, sintiendo, viviendo, y al siguiente reflexionando sobre el sentido de nuestra vida, penando y lamentando. Heme aquí en esta noche pensando en nuestras caóticas vidas, buscándole sentido a cada acto y a cada elección, pues, es esta una noche oscura que me sume en tenebrosa reflexión. Qué sublimes los acordes de un violín en la nostalgia, cómo ayudan a recordar tiempos alegres, días de radiantes auroras, y cómo a través de ellos, derramas ingentes lágrimas que pasando por tu mejilla vienen a dar en un suelo frío e indiferente, un suelo tal cual es la vida. No hay sueños queridos soñadores, ni siquiera ensoñaciones, siempre hay cuerdas que te arrebatan las alas y te mantienen aferrado a esta maldita pesadilla recurrente que llamamos realidad; intentamos evadirnos creyendo en los sentimientos, esperanzados en que ellos nos aportaran toda la felicidad, pero, olvidamos, o queremos olvidar que el sentir tiene por costumbre perder la vida y rendirse al egoísmo de nuestra naturaleza humana. Nos levantamos una mañana y somos conscientes de que provocar llanto es mucho más sencillo que hacer reír y nos preguntamos ¿por qué...? simplemente porque estamos acostumbrados a lamentar, penar y llorar. Si nos paramos a reflexionar hallaremos cuantiosas razones por las que sentir pesar y poquísimas por las que sentir ilusión, y las que nos aportan ilusión, un día, caerán como la hoja amarillenta que un soplo liviano de aire arranca del árbol perenne, llevándosela sin retorno, perdiéndola más allá de nosotros, hasta ser una más de la calle otoñal cubierta de amarillentas hojas que se pisotean y patean con total indiferencia.

Numerosos años he defendido de la mejor manera que supe la fuerza de las pasiones, el creer que sentir estaba muy por encima de razonar, muy por encima de las insignificantes trabas que pudiera imponer la vida porque ni siquiera la misma vida estaba, para mí, a la altura de las pasiones ¿Cómo podría ponerle obstáculos que las detuviera estando muy por debajo de ellas? Es buen momento para arrodillarse y clavar la espada luchadora en la tierra fría, es buen momento para ver como el tiempo se aproxima, vestido de soldado con armadura azabache, preparado para asestar el último golpe a este caballero arrodillado que ve como yacen sobre el suelo los sentimientos, las esperanzas y las ilusiones cuyas vidas han sido ya sesgadas por la misma despiadada espada que, acercándose, dará término a la mía, que es ya, esta fatídica noche, acabada.

EL JOVENCITO HABLADOR.

martes, 5 de febrero de 2013

A mi Alissa.


A mi Alissa:

"Cuanto tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero." (Garcilaso de la Vega)


Ayer me dijiste que te marchabas y hoy estas aquí, con esos preciosos ojos perdidos en los míos ¡cómo brillan! ¡Cuánta ternura en una sola mirada! Estás ahí, mirándome, tan cerca que puedo oír el latir acelerado de tu corazón y, sin embargo, estás tan lejos de mí como para no poder siquiera acariciarte. La luna está en lo más alto del oscuro cielo, grande, hermosa, majestuosa, no puedo contener las ganas de besarte, de abrazarte… Comienzas a caminar  a la vez que miras atrás y me sonríes, jamás vi tanta hermosura; paseas bella, con paso delicado y elegante, como la noche en su hermosa esencia. Me tiendes la mano, tiendo la mía, pero solo alcanzo a rozarla y verla desaparecer, te desvaneces y solo queda la tenebrosa noche y el lóbrego parque por el que paseábamos… Abro los ojos y no estás, solo cuatro paredes que ahora parecen una cárcel de amor, estos son los sueños que me atormentan, querida Alissa, amarte y no poder alcanzarte. Y, finalmente, decides marcharte lejos, tan lejos que mis letras no conseguirán hallarte…

            Azaroso destino, tú me la entregaste y ahora me la arrebatas, se va a Alemania, ¡a Alemania!, y yo quedo aquí, triste, solo, sin vida… Se irá camino del aeropuerto, firme decisión sin retorno, destino tormentoso ¡Ten piedad de nosotros! Yo quedaré aquí, y viviré en la nostalgia, y lloraré en la partida, y temeré cada momento de  esta vida, y moriré, moriré en cada estrofa y en cada poema cuya tinta se empape de lágrimas de dolor, y, finalmente, reviviré, reviviré y le entregaré mi corazón, escribiéndole poemas que expresen la grandeza y eternidad de nuestro amor.


EL JOVENCITO HABLADOR


lunes, 4 de febrero de 2013

OPINEMOS


“Importa mucho más lo que tú piensas de ti mismo que lo que los otros opinen de ti.” (Séneca)

No ha muchos días que vengo deseando escribir para mis lectores, y, aunque el tiempo pugna por arrebatarme mis vehementes deseos, yo sigo afanado en cumplirlos y ofrecer un rato solaz y ameno a quien guste de leerme. Parece que Febrero ha venido este año con cálido semblante y, al igual que siempre, puesta la máscara en mes de carnaval. En Cádiz ya se entremezclan los pitidos, las letras ingeniosas y el clamor del público, a la vez que se preparan las carrozas en Brasil, pero ¿Qué hay de nosotros lector? ¿Nos pondremos este año la máscara? Todos mentimos, dicen, y todos somos perfectos actores enmascarados; redactamos nuestro propio guión, escogemos nuestro vestuario acorde a nuestro papel y salimos a escena. Pero, al igual que somos magníficos actores, también somos estupendos críticos de teatro capaces de cosificar y etiquetar a las personas en función de lo que vemos. Este es nuestro mundo, actores que son críticos de escena y críticos de escena que son actores, así estamos, siempre, contendiendo unos con otros en no sé qué búsqueda de no sé qué premio, y, así, acabamos el día cuando reflexionamos sobre los demás o sobre las personas con las que topamos: afligidos, tristes, cansados… Es cierto, no cambiamos nada pensando esto, es naturaleza, ley de vida, pero, entonces, ¿por qué esconderse detrás de una máscara de sinceridad, lealtad y moralidad cuando al despojárnosla somos inmorales, desleales e hipócritas? Me gusta pensar y sé que detrás de nuestras máscaras aún quedan rostros leales y morales que han vencido, hace mucho ya, a la ley de la naturaleza, ofreciendo una nueva forma de vivir que mejora la de todos los que siguen su ejemplo.

            ¿A qué viene todo esto Jovencito Hablador, diréis? Y presto seré yo en daros ilustre explicación. Topeme, no hace más de dos días, con un conocido, lector mío, que puesta la máscara díjome que de qué me servía perder el tiempo en redacciones inútiles que exponía cada mucho tiempo, y para apoyar su increpación, usó esa voz “todos” que suele utilizarse como argumento en las discusiones de sinrazón; así, vino a decirme, que si escribía más, en menos tiempo, y temas más enfocados a los problemas sociales y no a lo que me aviene, probablemente, tuviera más seguidores, pero si hiciera eso que se me exige perderían calidad mis escritos y personalidad mis letras, luego, ¿Debo, lector, sacrificar mi calidad por contentar a más público? Cualquier canal de televisión no dudaría en responder, muchos directores de cine tampoco, e incluso muchísimos escritores tampoco lo harían, pero ¿qué opinas tú que me lees, debo ponerme una máscara?

EL JOVENCITO HABLADOR

domingo, 27 de enero de 2013

Para una gran amiga.


No sueñes tu vida vive tu sueño” (Anónimo)

Caminar por la acera flanqueada de edificios en los que aún se oye el lamento de la ausente naturaleza que agoniza y oír el sonido estridente de los vehículos al circular ¡cuán ruidoso y molesto! La eterna pugna de los buenos que ahogan sus penas en algún rincón, la miserable victoria de los malos que ríen ajenos al juicio que el mundo les tiene preparado. El miedo, el deber y la moral, la responsabilidad, los anhelos perdidos, lo real… cadenas, nada más… La vida, mi vida, tu vida… Alegrarse, amar, un amigo, una amiga, el instante  tras la tormenta que te hace llorar de felicidad, una bella canción, unas líneas dedicadas...  El ojo que sueña cuando el racional se cierra y nos permite vivir experiencias únicas que a la vez son eternas, los pequeños momentos que nos aferran  al drama vital, a la mundanal obra, a la estrofa hermosa... Lo que debe ser la vida, lo que debe ser mi vida, lo que deberías hacer de tu vida… Qué es pues la vida, si ayer, el cielo que se cubría de triste gris, en majestuoso azul se torna hoy, qué es pues la vida, si el viento que azotaba ayer con destructiva violencia los árboles, hoy los acaricia con benevolencia, qué es pues la vida sino incierto período fugaz que troca en camino y lleva a un lugar desconocido, qué es el amor o cómo vemos la amistad sino como un período fugaz que troca en camino con final perdido. Osar definir la vida es perderse y osar vivirla es el modo de hallarla.

Entonces, ¿qué somos tú (lector) y yo sino dos gotas de rocío en la inmensidad de un mar sin saber adónde vamos ni con quien hemos de topar...? qué más da quienes seamos tú y yo, piénsalo, qué más da, si al soñar nos encontramos y veo tus ojos llenos de vitalidad y una entrañable sonrisa que pareciera hurtada de la misma felicidad, qué más da si podemos romper juntos las cadenas de lo real y ayudarnos mutuamente para ir más allá de una  odiosa realidad que nos arrebata cada ilusión, cada deseo, cada sueño, cada momento, cada trocito de alegría tan laboriosamente logrado… Solo en la gente que amamos podemos encontrar la verdadera vida, la que soñamos, y esas personas se hallan por ahí, perdidas, sin guía, tal cual nos vemos nosotros, y cuando una de ellas aparece, hemos de regalarle, no una, sino todas y cada una de nuestras sonrisas porque en ellas viviremos y en ellas, por fin, seremos. Así que espero verte, antes o después, pero verte sonreír porque eres feliz, porque te gusta la vida que estás viviendo, pues así la has soñado, y, por supuesto, espero ver de esos ojos brotar hermosas lágrimas, porque llorar es sentir, y sentir amar, y amar, vivir.
EL JOVENCITO HABLADOR