“No sueñes tu vida
vive tu sueño” (Anónimo)
Caminar por la acera flanqueada de edificios en los que
aún se oye el lamento de la ausente naturaleza
que agoniza y oír el sonido estridente de los vehículos al circular ¡cuán
ruidoso y molesto! La eterna pugna de los buenos que ahogan sus penas en
algún rincón, la miserable victoria de los malos que ríen ajenos al juicio
que el mundo les tiene preparado. El miedo, el deber y la moral, la
responsabilidad, los anhelos perdidos, lo real… cadenas, nada más… La vida, mi
vida, tu vida… Alegrarse, amar, un amigo, una amiga, el instante tras la tormenta que te hace llorar de
felicidad, una bella canción, unas líneas dedicadas... El ojo que sueña cuando el racional se cierra
y nos permite vivir experiencias únicas que a la vez son eternas, los pequeños
momentos que nos aferran al drama vital, a la mundanal obra, a la estrofa
hermosa... Lo que debe ser la vida, lo que debe ser mi vida, lo que deberías
hacer de tu vida… Qué es pues la vida, si ayer, el cielo que se cubría de
triste gris, en majestuoso azul se torna hoy, qué es pues la vida, si el
viento que azotaba ayer con destructiva violencia los árboles, hoy
los acaricia con benevolencia, qué es pues la vida sino incierto período
fugaz que troca en camino y lleva a un lugar desconocido, qué es el amor o cómo
vemos la amistad sino como un período fugaz que troca en camino con final
perdido. Osar definir la vida es perderse y osar vivirla es el modo de
hallarla.
Entonces, ¿qué somos tú (lector) y yo sino dos gotas de
rocío en la inmensidad de un mar sin saber adónde vamos ni con quien hemos de
topar...? qué más da quienes seamos tú y yo, piénsalo, qué más da, si al soñar
nos encontramos y veo tus ojos llenos de vitalidad y una entrañable sonrisa que
pareciera hurtada de la misma felicidad, qué más da si podemos romper juntos
las cadenas de lo real y ayudarnos mutuamente para ir más allá de una odiosa realidad que nos arrebata cada
ilusión, cada deseo, cada sueño, cada momento, cada trocito de alegría tan
laboriosamente logrado… Solo en la gente que amamos podemos encontrar la
verdadera vida, la que soñamos, y esas personas se hallan por ahí, perdidas,
sin guía, tal cual nos vemos nosotros, y cuando una de ellas aparece, hemos de
regalarle, no una, sino todas y cada una de nuestras sonrisas porque en ellas
viviremos y en ellas, por fin, seremos. Así que espero verte, antes o después,
pero verte sonreír porque eres feliz, porque te gusta la vida que estás
viviendo, pues así la has soñado, y, por supuesto, espero ver de esos ojos
brotar hermosas lágrimas, porque llorar es sentir, y sentir amar, y amar,
vivir.
EL JOVENCITO HABLADOR