Querida Jéssica Porras
Muriana:
“Tengo tres tesoros… El
primero se llama amor” Lao Tse.
Todos alguna vez nos
convertimos en poetas sin la necesidad de redactar grandes poesías. La
inspiración surge de los sentimientos que nos arrebatan porque el amor nos
conquista y nos desarma. El torrente de sensaciones que nos acomete quiere
trocar en palabras, ya sean escritas o habladas, que afloran con la misma
naturalidad y belleza con la que florece una hermosa rosa en la primavera
tardía. Dejamos caer nuestras corazas cuyo peso nos ahogaba, y nos mostramos
tal cual somos, tal cual muestra su interior el río cristalino bajo sus aguas
que fluye sin trabas ni tramos turbios, con una oleada de esperanzas y desesperanzas
que nos aterra a la vez que nos envalentona. Desde la persona más fuerte y
valiente hasta la más temerosa y débil, sin excepción, todos sentimos una
mezcla de miedo e incertidumbre que se desvanece y troca en bienestar y sublime
felicidad cuando besamos sin impedimentos a quien profundamente amamos. Aunque
hoy quise que mi pluma fuera una voz crítica que se oyera con gritos de animal
acorralado que se revuelve enfurecido contra la sociedad cazadora que nos
embiste y nos arrincona, lo cierto es que el amor volvió a arrebatarme con
recuerdos de hermosas imágenes y no pude sino sucumbir a él.
Yo sé que empiezas a
pensar, querida Jéssica, que se diluyeron ya los poemas, que la tinta se acabó y que los sueños
que narraba para tus descansos, quedaron olvidados, extinguidos, con segundas
partes inacabadas; sé que empiezas a pensar que mi pluma no volverá a ponerse a
tu servicio porque la realidad todo lo caduca y el tiempo todo lo corrompe; sé
que empiezas a pensar que los días de galanteo no son más que recuerdos bellos
y bellos momentos que fueron y no volverán a ser; sé que empiezas a pensar que
ya no volverán los sentimientos desinteresados y que ahora la relación será una lucha de intereses en la que solo esos primeros años dorados serán eternos y,
con nostalgia, recordados; sé que empiezas a pensar que la confianza terminará
por arrancar los últimos pétalos de dulzura que aún quedan ligeramente
arraigados, y que la pasión, que antes fue fuego impetuoso que ardía como el
sol estival, será congelada por una fría
y monótona nevada; sé que empiezas a pensar que lo que fueron días en los que
fuiste protagonista de momentos de
ensueño en mundos creados para ti, trocarán ahora en días de volver a ser una
actriz más de este mundo triste y real, oscuro y tedioso.
Sé que empiezas
a pensar ahora que todo lo hermoso tocará pronto a su fin pero cuando leas
estas letras que se entrelazan tal cual brotan, notarás que aún queda poesía en mis líneas; que aún hay tinta para
reescribir bellos pasajes y maravillosos sueños; que mi pluma solo necesitaba
respirar nuevos soplos inspiradores y, así, poder sorprenderte hoy; que sigo
siendo un estúpido galán que intenta cortejarte sin saber ni siquiera que es la
cortesía; que nosotros siempre amamos desinteresadamente y no necesitamos
volver atrás porque todos nuestros años son dorados; que la confianza no
arrancará nada, solo hará brotar más pétalos que aunarán la dulzura y el cariño
revestidos de hermosura; que nuestro fuego jamás se apagará porque nuestra
llama es una, y, por ello, eterna, y aunque el frío gélido la congele a su paso,
las cenizas seguirán unidas hasta que una nueva chispa las haga renacer; que
sigues siendo la protagonista de mi mundo y del nuestro; mundos, ambos, de
ensueño cuando estamos, tu y yo, como en este momento, aunque de lejos muy
cerca, juntos.
EL JOVENCITO HABLADOR