sábado, 22 de septiembre de 2012

El Jovencito hablador. Lo que soy.



“No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.” El club de los poetas muertos.

Cuantísima gente vive en un silencio espantoso… Nuestra España actual nos oprime, nos ahoga y termina por estrecharnos contra su pecho hasta que ya no nos queda aire. Todos vemos y sentimos la presión y no hacemos nada, nos quedamos quietos como esculturas mudas e inertes, bajo una luz tenue,  expuestas en amplias salas de un enorme museo. “Robert Frost dijo: dos caminos se abrieron ante mí, pero tomé el menos transitado y eso marcó la diferencia" (El club de los poetas muertos). Es el momento de abandonar el rebaño aunque su balido suene con molesto eco y empezar a hablar, a criticar la situación, a enfrentarnos con los males que padece nuestra tierra porque España nos necesita.

Desde que empecé a escribir y decir que es un placer para mí hacerlo, vivo en una lucha interna, tal cual contiende el día con la noche, porque todos quieren que escriba una novela y venda, esto oígolo constantemente, como si escribir por “amor al arte” fuera una pérdida de tiempo, así, la expresión “por amor al arte” es básicamente “perder el tiempo”.  "No olviden que a pesar de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo (...). Les contaré un secreto: no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería... son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son cosas que nos mantienen vivos" (El club de los poetas muertos). Lo mío es escribir por el placer mismo de la escritura, no por el maldito dinero, a ese ya dedico bastante tiempo a lo largo del día; pareciera que hoy día no existiera el gusto por el arte como tampoco existe ya el romanticismo, la belleza o el amor, luego, nada nos mantiene vivos y así anda el rebaño, errante, todo muertos en vida, todo cadáveres descerebrados que se mueven buscando el Dorado.

Así vive nuestra España repleta de gente silenciosa que ve y siente los males pero no es capaz de criticarlos por no escoger el “camino menos transitado”, el camino de la crítica y la acción; así vivimos todos, mudos, a las órdenes de los pocos que mandan y gobiernan, sin amar otra cosa que billetes de papel y monedas de metal, incapaces de ser humanos libres, solo esclavos incapaces de sentir, disfrutar, vivir y amar. Sepan que aunque este blog es pequeño y no me reporta beneficio, es mi oficio y mi placer, porque amo escribir y “el amor es fe no ciencia” (Francisco de Quevedo) porque “Las teorías, las doctrinas, los sistemas se explican; los sentimientos se sienten.” (M. J. De Larra). Yo hace tiempo que abandoné el silencio, os espero…
EL JOVENCITO HABLADOR

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Carta anticipada a los Reyes Magos.


Queridos Reyes Magos…

“¿Qué gente hay allá arriba, que anda tal estrépito? ¿Son locos? (Moratín, Leandro Fernández, Comedia Nueva).

¿Q
ué es esto?, ¿Qué silencio? Las calles andan vacías, los caminos desiertos, solo se oyen mis pasos y el silbido del viento ¿y los coches?, ¿y las gentes?, algo me he perdido… Parece que ahí se oye jaleo, en esa estructura gris llena de luces navideñas se escucha murmullo, ¿será que la intelectualidad vuelve a llenar los teatros? “El corte inglés” no me suena a teatro… Puertas de cristal que se abren, la marabunta de gente que inunda el lugar, se aturrullan en tropel y como un coro que al unísono resuena, como una turba insolvente de fieles devotos, rezan a su dios venerado, “regalo, regalo, regalo…” y éste les responde “gastaaad, gastaaad… compradmeee, compradmeee…”; hay de todo para comprar; la misma pregunta se oye en las colas insufribles: “¿qué haces por aquí?” (No sé, es 5 de Enero, estoy en un centro comercial, vengo a… ¿cómo lo digo para que lo entienda…?) Y la misma respuesta siempre, “pues, ¿con las compras de reyes…? (solo me falta alabarle por la genialidad de la pregunta…)

Los reyes deben ser aquellos señores (también llamados empresarios) que están frotándose las manos mientras  el hombre del tiempo les predice que nevarán billetes en sus bolsillos, ¡qué bien! Vamos a erradicar la pobreza dándole al que más tiene… ¿y la crisis?, ha desaparecido, se ha desvanecido, se ha ido a Belén… que no, no se preocupe, lo que pasa es que no pagan con dinero, son magos los reyes… Cantemos, cantemos, pues, “ya vienen los reyes magos ya vienen los reyes magos caminito del corte inglés…”

Iré, pues, a buscar la mirra, el incienso y el oro, a ver, LCD, Play station y ropa… me da a mi que los reyes no van a estar al día… Dios que descuido, mucho centro comercial, muchas luces y ¿dónde aparcan los reyes los camellos? ¡Oh no! Me han rodeado, es una cola, ¡sálvenme!... Bueno, mientras la señora de delante cuela a toda su familia, la dependienta conversa y cuchichea con la abuela y el señor de detrás intenta montarse encima de mi espalda vomitando toda su mala educación sobre mi cortesía, escribiré un chistecito que recuerdo haber leído en no sé que lugar y que ahora me viene muy al dedo para pasar este fastidioso rato. Dice así:

Una mujer visita su ginecólogo y le dice que no se siente bien, el doctor la examina y le dice: -“Señora, mis felicitaciones, va a ser madre”, ella, entre enojada y sorprendida responde: -“no puede ser, es imposible, yo no he tocado a un hombre en mi vida”; al oír esto, el médico se dirige a una mesa, coge unas gafas, abre la ventana y se queda oteando el cielo. La mujer extrañada pregunta:
-“¿Doctor que hace usted mirando por la ventana?”, a lo que este responde: “Señora la última vez que se dio un caso como el suyo, vinieron tres reyes magos y esta vez no me lo pierdo”… (Fuente, alguna página de Internet)

Discúlpenme majestades, soy muy dado a esto de las digresiones, tengan pues paciencia vuestras mercedes, porque nunca acerté a escribir de otra manera; antes suelo distraerme del camino y así “llevando viaje para Alcalá suelo salir junto a Zaragoza y como de esas veces me anochece en Huete (Cuenca) y salgo a la mañana por los cerros de Úbeda, que les voy a contar a ustedes que vienen por Holanda…” (M. J. De Larra)

Ya que desempolvé la pluma para escribir en tan señalada fecha, decidí dedicar mis líneas a las peticiones que tocan por estos días, no porque fuera yo mendigo y necesitara nada, sino, porque, más bien, mana en mi el deseo de escribiros y bulle el anhelo de recordaros, bellos tiempos otros, ya pasados…

Podría iniciar mis peticiones, usando de la falsa modestia de este mundo y decir que he sido bueno (como si llevara todo el año vendiéndome, estrechando una mano falsa a quien lo necesita, escupiendo falacias en alabanzas a quien lo merece, amando con la cabeza y no con el corazón…) y entonces, tras venderme por unos euros, pedir una ristra de inútiles objetos creados para convertirnos en consumistas empedernidos; o bien, podría intentar parecer mejor aún y pedir aquello de la paz, la felicidad, y la erradicación del hambre, pero, siempre me topo con el mismo problema y es que cuando intento escribir una mentira se me hielan los dedos, se me traban las letras, y una vocecilla, que las personas han cambiado por la de la televisión, me habla susurrando y me recuerda quién soy y qué soy; es por ello que lo único que quiero, señores reyes de Oriente, es que me sigan concediendo esta lucidez, que me permitan seguir andando como un caminante que hace su camino, y que mi vida siga siendo como una obra que se va hilvanando; y sobre todo, que me dejen ver esos ojos verdes en cada momento, que me dejen disfrutar de esa sonrisa radiante  cada minuto, que me dejen vivir junto a ella cada instante, pues más bello y hermoso que ella, más interesante y más divertida que mi princesa no hay nada caballeros, nada…

EL JOVENCITO HABLADOR

martes, 18 de septiembre de 2012

Carta a Alissa.


Querida Alissa:

N
umerosos días ha que vengo yo deseoso de te escribir y sosegado ya de tanto sinvivir, dedíqueme a te servir… 

Ahogado de todo el saber de cuantiosos días dedicado a él, quise esta vez aunar amor y belleza para te deleitar, mas, no sé si es lo mío esto del deambular por entre los escollos del intrincado laberinto del narrar, ni más aún si sabré acertar a servirte, o quizás hiciera mejor dejando al silencio hablar, pues ya dijo algún ilustre sabio que si no tienes nada importante que contar mejor harías en callar; pero, ya me conoces, todo mi gusto es complacerte y mi oficio servirte mas no sé en qué otra manera sino es  con mis construcciones bellas y sinceras repletas de letras vertidas cuales flechas certeras, pudiera yo alcanzar tu corazón, morada cuya prisión es toda mi liberación; flor  que pretendo rociar con el goce estético de esta composición y semilla que quisiera yo regar con el encanto y esplendor del lenguaje nacido de la combinación del fruto de mi amor y el gusto por el arte;  hermoso artificio, dificultoso oficio, perfecta coalición, deleitosa conjunción; humilde jardinero quiero ser y perenne cultivador que no repose ni huelgue, huésped que tú corazón nunca ha de abandonar por no desfallecer en la soledad del dolor, y caer en el error de marchitar la más bonita flor que supo servir este servidor.

Artificio y dificultad, delicia y atracción han introducido esta breve narración, impregnada de curiosa beldad pero vacía queda y llena de vanidad, mas no desespere tu paciencia, princesa, pues no ha llegado aún el final, el turno del escritor va tocando el crepúsculo y su final y la aurora del artífice  que mueve toda la narración se alza para ocuparse de susurrarte, con claridad, abriéndose paso entre la selva enmarañada del narrador que no acierta a expresar la realidad  sin perderse en la dificultad; de toda esta lucha de ambos, que combinados se prestan a impresionarte, alzose la voz de mi corazón, el verdadero narrador, y díjome que te escribiera lo que a continuación escribo y  no alcancé yo a entender…

“Allá en la tierra que frecuentas y que gustosa visitas, orilla y mar se funden, ella cálida y brillante, hermosa, mas si te acercas maravillosa; él, frío y sereno, temible en apariencia, bello en su interior, creador de gaya ciencia. A nadie interesa su alianza, sino a un curioso y avizor observador que cuidadoso adopta el papel de espectador, contemplando cómo ambos se separan tras el dulzor de su unión y cómo parte de él queda con ella y parte de ella vase con él…”

EL JOVENCITO HABLADOR

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Desaires del jovencito hablador. Reírse un poco no va nada mal


De un viejo demente:

Para mi chica sonriente…

Señorita, a mi que por nombre pusiéronme Alejandro, y que por oficio no tengo otro que el de creer ser escritor, muéstrome ante usted, hoy, en tareas de doctor.
 Dicen de los dolores, los filósofos modernos, que cúranse sonriendo, y yo, que, sabio soy en la materia, pues de la ijada y de otros males que trae la vejez, no curo, en oyendo esto, pásome ahora el día con una sonrisa de oreja a oreja como payaso enhiesto. Así vínome no ha muchos días un joven graciosillo que díjome: “oiga señor porque anda usted como el feo de la película el jorobado de notre damme”, dichosos jovencitos… Con amplia sonrisa, más por recomendación de filósofos que porque quisiera mantenerla, respondile: “pues hijo, porque así puedo estar a tu altura…” Este y otros sucesos parecidos que me acaecieron lleváronme a no poder mantener la terapia de la sonrisa, así, en viendo que la filosofía de la risa caía por su propio peso, similar a la torre de Pissa, acudí a otros filósofos para que me guiaran con su excelsa sabiduría. Uno de ellos decía que hemos de eliminar el deseo para poder sesgar, acabar con el dolor, como aquella idea parecióle buena a mucha gente que incluso lo sigue como guía espiritual, a mí parecióme también una buena terapi; así, impregnado, pues, de esta nueva filosofía, fui prescindiendo de todo lo que deseaba: Ir a una playa nudista con chicas jóvenes desfilando sin ropajes, frecuentar alguna librería llena de libros viejos como yo, dejar de comer, dejar de beber, dejar de orinar, dejar de… Al tercer día cambié el filósofo consolador por el médico remediador, y no por abandonar mi nueva filosofía, sino porque más bien mi maltrecho físico se hizo aguas y rías. Por último quise entregar mi alma a un Dios porque me prometía su libro que rezando en su templo se me curarían mis dolores, pero después de tres meses de rezos no hallé consuelo, entonces, fuíme a una iglesia y le dije al cura: “Llevo tres meses de rezos, ¿Cuándo se me acaban los males?” a lo que el cura me respondió: “Cuando dejé usted su cuerpo y pase a la siguiente vida..” Obviamente abandoné la religión, yo quiero que mis males se curen ahora, estando muerto ¿para qué quiero estar bien?.. ¿De lógica no?.. Pues parece ser que no…

            Como ves, lo mío no es la filosofía balsámica o ser doctor pero seguro que con estas letrillas que te he dejado te ríes un poco y te olvidas de todos los males. Lo olvidaba, si alguien ve a un tal Alzheimer que me lo haga saber porque estando ayer en el sofá perdí mis gafas y  le pregunté a mi nieto: -“nieto, nieto, cómo se llama el idiota alemán ese que va por ahí escondiéndome las cosas…”- y me dijo: -“Alzheimer, abuelo, Alzheimer…”