martes, 18 de septiembre de 2012

Carta a Alissa.


Querida Alissa:

N
umerosos días ha que vengo yo deseoso de te escribir y sosegado ya de tanto sinvivir, dedíqueme a te servir… 

Ahogado de todo el saber de cuantiosos días dedicado a él, quise esta vez aunar amor y belleza para te deleitar, mas, no sé si es lo mío esto del deambular por entre los escollos del intrincado laberinto del narrar, ni más aún si sabré acertar a servirte, o quizás hiciera mejor dejando al silencio hablar, pues ya dijo algún ilustre sabio que si no tienes nada importante que contar mejor harías en callar; pero, ya me conoces, todo mi gusto es complacerte y mi oficio servirte mas no sé en qué otra manera sino es  con mis construcciones bellas y sinceras repletas de letras vertidas cuales flechas certeras, pudiera yo alcanzar tu corazón, morada cuya prisión es toda mi liberación; flor  que pretendo rociar con el goce estético de esta composición y semilla que quisiera yo regar con el encanto y esplendor del lenguaje nacido de la combinación del fruto de mi amor y el gusto por el arte;  hermoso artificio, dificultoso oficio, perfecta coalición, deleitosa conjunción; humilde jardinero quiero ser y perenne cultivador que no repose ni huelgue, huésped que tú corazón nunca ha de abandonar por no desfallecer en la soledad del dolor, y caer en el error de marchitar la más bonita flor que supo servir este servidor.

Artificio y dificultad, delicia y atracción han introducido esta breve narración, impregnada de curiosa beldad pero vacía queda y llena de vanidad, mas no desespere tu paciencia, princesa, pues no ha llegado aún el final, el turno del escritor va tocando el crepúsculo y su final y la aurora del artífice  que mueve toda la narración se alza para ocuparse de susurrarte, con claridad, abriéndose paso entre la selva enmarañada del narrador que no acierta a expresar la realidad  sin perderse en la dificultad; de toda esta lucha de ambos, que combinados se prestan a impresionarte, alzose la voz de mi corazón, el verdadero narrador, y díjome que te escribiera lo que a continuación escribo y  no alcancé yo a entender…

“Allá en la tierra que frecuentas y que gustosa visitas, orilla y mar se funden, ella cálida y brillante, hermosa, mas si te acercas maravillosa; él, frío y sereno, temible en apariencia, bello en su interior, creador de gaya ciencia. A nadie interesa su alianza, sino a un curioso y avizor observador que cuidadoso adopta el papel de espectador, contemplando cómo ambos se separan tras el dulzor de su unión y cómo parte de él queda con ella y parte de ella vase con él…”

EL JOVENCITO HABLADOR

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