sábado, 8 de marzo de 2014

Somos o no somos prescindibles

«Ser o no ser: esta es la cuestión. Si es más noble sufrir en el ánimo los tiros y flechazos de la insultante fortuna, o alzarse en armas contra un mar de agitaciones, y, enfrentándose con ellas, acabarlas; morir, dormir, nada más…» W. Shakespeare.

No hay color ya en mis trazos ni ojos que los lean, escribo en hojas que siempre están en blanco, vacías y con mi mente en penumbra, triste sombra me envuelve, ya no quedan voces que elogien las tristes palabras que este escritor alumbra. No hay lector más allá de aquello que las listas de ventas nombran, y muere el artista que al principio se alivia con su orgullo pero después de lágrimas de impotencia empaña el negro de sus trazos; y muere este escritor que escribe en cada letra que hila y en cada pensamiento que de su pluma cobra vida, un epitafio que describe como una parte más de su alma de artista se consume y ya nunca revive. Solo quien tiene nombre vive, solo quien tiene riquezas vive, solo quien tiene bienes materiales es persona y vive, y, así, muere el hombre, muere el hombre noble y honrado, muere el artista libre e ingenioso, muere el romántico caballeroso, muere el poeta… Pero, sobre todo, muere el talento, muere la compasión, muere el amor y muere el sentimiento… Gana la avaricia, el egoísmo y la frialdad que de la crítica ya no sufren escarmiento, tal es su fuerza y mayor su reconocimiento. ¿Qué fue de la hermosura de las letras? ¿Y qué de la belleza de unos ojos que cuando las leen dejan caer lágrimas que se deslizan transparentes y cálidas por las mejillas? ¿Qué fue del nerviosismo del enamorado que sostiene la carta temblorosamente mientras lee con el corazón lo que siente, observado por la atenta y sorprendida mirada de la mujer a la que quiere besar eternamente?..
            Mi mano cada vez nota más el frío y la indiferencia, ya no quiere esforzarse, el caudal de este inmenso río es demasiado fuerte para oponerse y siento como una parte de mí se desgarra, va a la deriva y me arrastra, despojarme de ella es permitir que la victoria sea de ellos, de los que convierten los sentimientos en reacciones químicas con fechas límite de caducidad, de quienes convierten el romanticismo en una estupidez de principio de relación amorosa, de quienes piensan que criticar sin tener nombre es lanzar palabras al viento y ver como se desvanecen sin sentido, de quienes piensan que con su trabajo, su buen sueldo y su móvil, su ordenador y su tablet, son felices sin entender la profundidad de una amistad, la profundidad del cariño en una relación de pareja o la profundidad del amor de una madre. La victoria será de ellos, es el camino que nuestra sociedad está escogiendo; por mi parte, ciertamente y siendo claro, no tengo trabajo, no tengo riqueza ni tampoco tengo una identidad social, para una sociedad fría no soy más que un lastre, un peón prescindible que tiene sentido común, nobleza, compasión, inteligencia… Un peón prescindible que ama a su pareja y la aburre continuamente con exageradas y estúpidas muestras de romanticismo, que abraza a su madre y a su padre, cada vez que puede, como si fuera el primer y último abrazo que les diera, que enseña voluntariamente a quien lo necesita, que defendería a un amigo o amiga con todo, que escribe sin tener nombre, sin ser leído, sin ánimo de lucro y dando  lo mejor que tiene, a pesar de todo, en cada una de sus escogidas letras; dime, pues, lector ¿soy o no soy prescindible, eres o no prescindible?..

            El J. Hablador.