“El hombre de talento es naturalmente inclinado a la crítica, porque ve más cosas que los otros hombres y las ve mejor.” Montesquieu.
He
observado que está muy de moda, últimamente, todo lo que tiene que ver con el
oscurantismo, lo sobrenatural y lo mágico, tiene gracia que en el siglo en que
la ciencia ha racionalizado y entendido el mundo y sus entresijos, estemos
rodeados de vampiros, hombres lobo, magos, zombis… ¿Las sutiles ironías de la
vida o la necesidad de evadirse de este mundo, ahora, tan poco acogedor? Estos seres
y mundos oníricos me vienen muy al dedo hoy, pues, muchos suelen preguntarme
que de qué me gustaría trabajar, como si
fuera posible escoger en nuestro tiempo, o qué oficio desempeño, como si
hubiera alguno a desempeñar, y yo siempre dígoles lo mismo: “Ciertamente, no tengo oficio ni vocación, lo
mío, es ser un duende esquivo, molesto y criticón, que dando paseos, con ojo
avizor, saca algunas líneas de inspiración que le proporcionan ratos de alegres
carcajadas provocados por la humana sinrazón…”
Siendo un duende como soy, tengo agudizados mis sentidos
y busco inspiración en aquello y aquellos que me rodean, así, estoy, siempre,
esperando el momento inspirador que es similar a una estrella fugaz: sublime un
instante, desvanecida al momento, perdurable eternamente; pero, dado que la
inspiración no suele venir en estado de quietud, a menudo, salgo a buscarla, de
ahí, que tenga por costumbre pasear de mañana y ver así lo que hacen y dicen
las gentes que háyanse recién levantadas. Por desgracia, desde hace como tres
años, por más paseos que doy, siempre oigo lo mismo: “crisis”, ni siquiera,
ahora que el estío ya se hace notar con rayos que abrasan, hay quejas del
calor, solo, de la crisis… La crisis, querido lector, ha acabado prácticamente
con nosotros, ha destruido nuestro bienestar y ahora arremete contra la sanidad
y la educación pasando, ya, de crisis material a crisis humana. Ya no solo nos
arrebatan una semana de vacaciones o un par de cenas, sino que acaban con la
formación de nuestros jóvenes, pilar básico de una sociedad estable y de
bienestar, y juegan con su salud y con la de todos, ¡hablamos de la vida de las
personas! y, a pesar de la gravedad de la situación, solo oigo quejas sueltas
que colman el aire inútilmente y se van con él presurosas, viajando como
pétalos sin vida de inertes rosas. Parece, siguiendo esta línea de seres y
mundos fantásticos, que todos hemos trocado en zombis, en seres descerebrados
que solo andamos en busca de supervivencia y nada más, empujándonos y
pisándonos unos a otros sin piedad, con la sensatez, la bondad y cordura ya
idas, todos seres sin sentimientos, todos seres sin vida…
EL JOVENCITO
HABLADOR.
1 comentario:
Me he quedado sin palabras, me encanta como escribes!!
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