miércoles, 31 de octubre de 2012

HALLOWEEN...

Damas y caballeros, gentes del lugar, ¡oíd!, ¡oíd!, por caridad, las nuevas de este trovador que habla con sinceridad sin faltar aún a ninguna verdad. Reuníos, reuníos, en torno y escuchad su voz clara y limpia hilada en el arte del trovar. Se acerca, se acerca…Desde el frío norte, allá en la tenebrosa profundidad, camina hacia nosotros una fiesta que jamás supe loar y aun menos festejar; prestad atención, calla y mirad a los niños y las niñas asustar sin cesar, mientras la noche se llena de no sé que ropajes de oscuridad y americanadas que hieren el corazón de mi nacionalidad; pavor, miedo y temeridad; disfraces, vendas que vuestros ojos ciegan, no me queráis arrastrar. Pedid, pedid, caramelos y dulces, y pedid también un pañuelo suave y limpio para secar las lágrimas que la voz de mi tierra derramará, con su lamento, más allá, en su triste soledad…” El Jovencito Hablador (2010)

Soy persona que gusta poco alterar el orden de mis hábitos, fundando mi oposición en haber conseguido, así, cierta estabilidad cuyo bienestar agradezco. Aunque todos amamos el cambio y conocemos aquello del “et per tal variar natura é bella” (Serafino Aquilano), odiando, por el contrario, la rutina, la certeza, es que ninguno de nosotros vive sin seguir unos hábitos que gusta de mantener por no quebrar su propio sistema, aquello de “el caos tiene su propio orden”. En este 31 de Octubre aúnanse dos tradiciones que tengo por costumbre, la una por hábito diario, y la otra por hábito anual; es por ello que me levanto con una amplia sonrisa, hoy, pues no son como este todos los días. Mi primer hábito, dado el estado de los jóvenes en nuestra España, consiste en pasear de aquí para allá buscando lo que la mayoría, el huidizo trabajo, que conoce mejor que nadie las técnicas de evasión tales se las han enseñado sus maestros del Gobierno con su ilustre y evasiva retórica, así, el trabajo, esquiva a los parados con la misma solvencia con la que nuestros gobernantes dan capotazo a las preguntas. En el paseo de esta mañana hallé un cielo bastante nublado, grisáceo, como ansioso por sumirnos en la penumbra, casi anhelando el crepúsculo, y me dije: “Hasta el cielo pide Halloween…” Las gentes van de aquí para allá, atraídas por escaparates llenos de aterradoras formas, con ganas de que todo quede sumido en tenebrosa oscuridad para sacar a relucir sus máscaras, y, sin embargo, yo, a plena luz del día veo todo un desfile de caretas que han pasado del tono carnavalesco al tono lúgubre y de temor; del tono satírico, alegre y sonriente que nos identifica al tono tristón, oscuro y tenebroso que identifica a otras culturas. Cada vez somos menos nosotros y más otros… Últimamente, intercambiamos el español con palabras y expresiones inglesas, oímos más grupos de música americanos que españoles, comemos y vestimos al estilo Hollywood, y hasta soñamos, vivimos y amamos como nos inculcan en las series americanas, ¿Dónde quedó nuestra identidad? La vendimos por una noche de fiesta más…

Mi segundo hábito, hoy, es dedicarle unas líneas a Halloween y como no hallé forma de expresar mi gratitud y mi gusto por esta nueva fiesta, escogí la cita de un muy amigo mío que dice así:

“Desgarrad, hoy, vuestras vestiduras, mientras desgarráis sin pudor vuestra bandera; manchad de sangre vuestras camisas como se mancharon aquellas que lucharon con ahínco por nuestra identidad. Trocad en seres horribles esta noche y arrasad con todos, sin dejar un español que no sienta temor o extrañeza por ser lo que es, y, así, se izará orgullosa, en nuestro país, a la media noche, la bandera de América, mientras algunos lloramos la pérdida de nuestro yo desnudo, que ya ni siquiera se deja ver entre las vestiduras destrozadas.” (Alejandro GR)

¡Ah! Se me olvidaba, como esta noche el descanso es poco viable, dado que la “tradición” de mi querido Halloween es ir por ahí molestando a la gente de casa en casa, evitando que una persona pueda dormir para descansar y levantarse el día 1 de Noviembre, temprano, para ver y honrar a sus caídos como era tradición aquí, hay una costumbre más que tengo por hábito realizar, consistente en apagar todas las luces, cerrar todas las puertas y ponerme una película, ¿De terror? No, no, para demostrar mi apego a esta “nueva tradición” tiene que ser de amor, y mientras más romántica mejor…

EL JOVENCITO HABLADOR.

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