"El amor es fe no
ciencia" Francisco de Quevedo.
Ella y yo hemos hablado de amor
susurrando palabras bonitas, creyendo en un sentimiento pavoroso que a
poco que se maltrata se desvanece. Soy yo, ese que suele escribirle, escogiendo
algunas palabras, hilando alguna frase y componiendo un párrafo que aunque para
cualquiera cayera en el olvido para ella será indeleble, eterno, imperecedero…
Qué largos son los días sin ella, qué eternas se hacen las horas sin verla y
qué duros los minutos sin abrazarla. Tú, incansable Tiempo, tú que todo lo
consumes, que todo lo corrompes y todo lo destruyes, eres el culpable de que no
pueda estar junto a ella; ni siquiera, maldito Tiempo, tienes la amabilidad de
permitirme escribirle algunas letras que conmuevan su corazón y le recuerden
cuánto valor tiene para mí una sonrisa de ella. Pero hoy no tengo nada que
perder, hoy, me enfrento a ti, te desafío con letras y líneas, sin miedo, con
ahínco y brío.
Cerca está ya el fin de otro año,
querida Alissa, y cerca las horas que nos acercan; ahora es un buen momento
para escribirte desde lo más profundo de este pesar producido por nuestro gran
enemigo que nos atosiga, que no me deja respirar y que combato con la esperanza
de volverte a tocar, acariciar, besar… El Tiempo, valeroso enemigo, traza bien
su estrategia, aliándose con otro poderoso contrincante que va hiriendo
lentamente, con agónico dolor, a un corazón que palpita vital y lleno de
alegría y que éste sabe dañar con sobrada osadía; Distancia se llama su aliado,
con fervor pugna por derrotarme, y el solo oír su nombre me produce grandísimo
pavor. Ambos empuñan sus armas, hombro con hombro, contra un simple mortal,
tenebroso fin me espera, contienda sin victoria, la desesperanza aguarda, la
esperanza es ya solo ilusoria… -“Sus últimas palabras frágil mortal”- me dicen-
“he aquí un hombre de voluntad férrea, de fe cuya espada os derrotará a ambos
con mano que no tiembla, espada bautizada con el nombre de esperanza; por
armadura porto un corazón que lucha firme, gritando: ¡creo en el amor! Por
armadura una mente que sin temor romperá las cadenas de ambos, meros trozos de
hierro que ansias de libertad no podrán evitar; triunfo de un hombre sobre dos
entes invencibles: Tiempo y Distancia seréis derrotados con elegancia, aquí y
ahora, con hermosas letras,
en nombre de ella, en nombre de Alissa.
EL JOVENCITO HABLADOR
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