domingo, 12 de agosto de 2012

Déjame escribirte un día más.




Diosas inspiradoras de la música, divinidades que hacéis de las letras hermosas sinfonías. Desde aquí os invoco para que permitáis, hoy, que vuestro canto sea el himno que lleve el aire que yo respire; dejadme exhalar la inspiración que convierta mis palabras en sublime melodía que a oídos de ella sea dulce eco que su corazón haga vibrar…

Querida Jessica:

Nada ocurre sin un porqué o quizás sí… Eso no lo sé, pero estoy seguro de que nada sucede sin que cada uno de nosotros le busque algún sentido. Jéssica, ya sabes que me encanta la mitología, dice mucho del ser humano y del mundo, y de entre tantos extraños y curiosos seres, especialmente, me atrae, por su majestuoso ser, el Ave fénix, porque se enfrenta a la muerte y la vence para volver a hacer frente a la vida, y desafiarla de nuevo, sin temor,  siempre altanera, siempre elegante…

                Recuerdo cómo se dibujaban en tu juventud los cuadros más bellos de una vida y cómo se iban tiñiendo de negro con el paso de los días. Cuando fuiste consciente, buscaste una luz que te guiara, un camino que te permitiera la huída, mientras te aferrabas con ahínco a lo que más amabas y querías, ¡Desagradecido corazón que tus inocentes ojos hizo llorosos!.. Empezaste a dudar de la belleza que podía ofrecerte la vida, a la vez, que tus lágrimas empañaban los cuadros bellos que tu memoria evocaba. Tu dolor y tu lamento sonaban en ti, con la misma fuerza que el tronar estruendoso de una tormenta en su poderoso estallido, pero en los demás, con un silencio igual a la calma que la precede. Cuando te conocí brillabas con el fulgor de la aurora, sin embargo, yo me encontré con unos ojos temerosos que habían perdido el brillo del que ahora presumen; aquel día, en tu mirada solo vi un alma abatida a la que le cansaba la vida. Durante días, busqué sin cesar, la forma de que renacieras, de que volvieras a brillar, y cuando ya hube agotado todos mis intentos, recurrí a lo único que sé hacer, escribir. Perdiéronse miles de hermosos pensamientos en papeles arrugados, no era capaz de darle fin a aquella carta con la que deseaba devolverte la ilusión y, hastiado, dejé que la redactara mi corazón, sin ponerle trabas, y de sus palabras vi al majestuoso Fénix resucitar, tras la caída más dura, la resurrección más noble. Volviste Jéssica, más hermosa que nunca y lo sé porque tus ojos eran dos hermosos luceros. No sé si fueron mis letras o la coincidencia, pero si sé que seguiré escribiéndote las palabras más bonitas que me dejes por intentar que tu aura brille cada día con más fuerza.

EL JOVENCITO HABLADOR.

1 comentario:

Natalia dijo...

Precioso Alex, como siempre. Preciosas palabras de ánimo :D

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