Al Sr. Román Tico:
Amigo mío, te escribo desde la verde y azulada costa mijeña, con el objetivo de contarte lo que con anhelo
vengo esperando y deseando. No sé si mi letra será capaz de expresar lo que con
ella pretendo, pero espero que tu audacia sepa captar lo que mi maltrecha
expresión tenga por bien obviar. Apenas conocerías esta tierra si no fuera
porque dedico algunos descansos de mis breves períodos de ocio a dibujarte cómo
por aquí la montaña suele fusionarse con la mar salada y cómo el sol corona la
cima más alta, bañando la montaña de pinceladas doradas y la mar de franjas plateadas.
Te preguntarás porqué encuentro hoy las palabras necesarias para dedicarte una
carta bien versada, y la respuesta la tiene la aurora que en su brillo deja
venir a la estrella más hermosa: una nereida, una sirena, una musa, una rosa,
una diosa; todo ello es ella y corto quedo cuando intento describirla, es por
eso que hoy he de acudir a ti, querido amigo, pues no es mi pluma lo fluida y
experimentada que yo quisiera para poder decirle que no cabe en letras,
canciones o poemas lo que mi corazón me dice cada mañana y cada noche sobre
ella; mas que puedo hacer yo, si en mis intentos he fracasado, si no invocarte
para pedirte que le hagas llegar todo lo que aflora dentro de mi cuando la veo
aparecer por entre la gente.
El Jovencito hablador.
Al Jovencito hablador:
Me place comprobar que aún sigues dedicando algunos de tus descansos al
artificioso arte del escribir en este mundo “tecnológico” que nos ha tocado
vivir. Me alegra mucho saber que todavía quedan jóvenes que se acuerdan de mí,
para complacer con mis artes al tesoro más preciado que emana del dulce sabor
de un beso que hace vibrar, al unísono, dos corazones en un sueño inmersos.
El amor, ese al que tanto quieres y tanto has de
temer, ese que es tu mejor amigo si cuidas con acierto y si sabes dejarme sorprenderla
alguna que otra vez, ese, que maravillas dice de ella y de ti, ese, no necesita
que intentes explicarle lo que dentro de tu pecho aflora cuando ella te
despierta bajo el brillo de una nueva aurora, es más, tampoco ella necesita que
la atiborres de intentos de explicar lo inexplicable cuando dentro de ella
viven las mismas sensaciones. Es esta la magia del amor y yo el mago que se
encarga de preparar una nueva sorpresa cuando lo dicte tu corazón. De la magia, lo sorprendente es que no permite que
nadie la rebaje a lo racional sino que se eleva al mundo del sueño y de lo
ideal. Querido amigo, recuerda siempre esto que te digo: lo que hay entre vosotros
es la magia del amor, llama que ahora aviváis con vuestro mutuo calor, fuego
que arde esplendoroso con cada momento de pasión, con cada beso, con cada
mirada, con cada caricia, con ese mutuo e ingenuo candor; por ello, te pido,
que no intentes explicar nada, que ella, con un beso, sabrá toda la historia
sin necesidad de ser narrada. Por supuesto, jamás te olvides de mí, para
mantener el amor recuerda que has de sorprenderlo y sorprenderla y, ya sabes,
que para eso formamos tu y yo el mejor equipo.
Sr. Román Tico.
1 comentario:
Y por fin volviste!! Me ha gustado mucho el estilo, carta y respuesta. Estaré atenta a próximos escritos tuyos. YUPI! xD
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